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Bueno, la palabra morir no es la más bonita, pero sí es buena para hacernos reflexionar. Hace unos días, mi amigo Roberto me envió un escrito muy interesante. Estaba basado en la experiencia de Bronnie Ware con pacientes terminales.  Su libro “Regrets of the dying” (Lamentos del moribundo) ha sido un éxito por abarcar los aspectos deficitarios de la gente que va a morir.  Claro que el sexo o un viaje a Las Vegas no salieron en esos momentos. Tampoco tener más dinero o una casa mayor o quizá un vehículo de lujo.  Pero sí cinco aspectos que analizaré en una serie de cinco artículos.  Daré sugerencias para no tener que lamentarnos al final.  Para saber a tiempo lo que es más importante en nuestras vidas.

1  HABER TRABAJADO TAN DURO  

Una de las cosas que la gran mayoría de los hombres lamentaba, según la autora, era haber trabajado tanto.  No diría tan duro, pero sí demasiado tiempo.  Muchas damas también coincidieron en este aspecto.

Es una paradoja, tenemos que trabajar mucho para ganar dinero y poder hacer y tener las cosas que queremos.  Pero si trabajamos en demasía, al final no hacemos las cosas que quisiéramos.

La cuestión es, ¿dónde está el equilibrio?  El deseo de hacer cosas puede ser infinito; una vez logrado algo, ya buscamos el próximo reto.  Si no soñamos con más, podríamos ser conformistas.  Tiendo a preguntarme nuevamente: ¿Dónde está el equilibrio?

Cuando ganamos más dinero, realizamos más sueños. Una casa, un viaje, una mejor educación para los hijos, vehículos, hobbies, etc.  Pero, ¿qué nos perdemos?  Esto es lo primero a definir.  Si sabemos lo que nos perderíamos, quizá acomodaríamos nuestro tiempo mejor y quizá algunos sueños no fueran tan importantes como las cosas que poseemos. Haga una lista de las cosas que realmente son importantes para usted, así podrá poner la base para encontrar el equilibrio del que vengo hablando.

Decía Ware que los enfermos terminales, en su experiencia vivida, se lamentaban mucho más de no haber pasado suficiente tiempo con sus hijos, sus parejas y allegados.  Increíblemente esas cosas no cuestan, pero valen tanto que deberíamos ponerles más atención.

Con el dinero del trabajo compramos una casa, pero no la convertimos en hogar.  Cumplido ese sueño, no la disfrutamos por trabajar para terminar de pagarla y seguir cumpliendo sueños.

Otra cosa que he notado es la costumbre de intercambiar regalos por el tiempo no otorgado. Desde pequeños, les damos algo a los hijos cuando llegamos de viaje, como para que se olviden del tiempo que no nos tuvieron a su lado.  Creo que los niños terminan alegrándose de que salgamos, así recibirán un regalo.  Cuando lloran porque nos vamos, le prometemos un regalo.  Cuando no los acompañamos a sus actividades, le prometemos un viaje.  Cuando nos pasamos todos los días trabajando hasta tarde, le prometemos estar con ellos en las vacaciones.

¿Dónde está el equilibrio?  Toca a cada uno de nosotros encontrarlo.  Los hijos crecen rápido, los nietos aún más.  Los trabajos nos causan estrés.  Las relaciones se deterioran.  No esperemos llegar a los últimos días para arrepentirnos de no estar con los nuestros… y que esos momentos sean de calidad, pero en la mayor cantidad posible.  Hijos, padres, abuelos, parejas, amigos, familiares… podemos dedicarle tiempo a los que en realidad nos hacen felices.

Más sobre el tema de calidad de vida en mi libro

¡Alcanza la Cumbre!

Por: Diego A. Sosa/ www.diegososa.info/ Coach, Escritor, Conferencista y Consultor