Hemos olvidado lo que es ser adolescente. Hemos olvidado el estrés, la adrenalina, las experiencias, la dinámica. No me refiero a que no recordamos la adolescencia. Sino que, al recordarla, no la vemos igual que cuando la vivimos.
Tu hijo/a está en una etapa de cambios. Un momento en el cual refuerza o debilita creencias importantes. No siempre tiene la respuesta de por qué actúa de la forma en que lo hace, y principalmente busca el amor a través de ser visto y escuchado. Cada adolescente busca una manera diferente de recibir amor y resulta un reto descifrar esta fórmula.
Pero voy a concentrarme el resto de este breve artículo en ti. Madre, padre… El dilema de los conflictos con tu hijo/a proviene de dos fuentes principales:
*Lo que entiendes que debería ser, no es igual a lo que es.
*Estás cansada/o.
Tu hijo/a necesita paciencia y necesita pocas reglas. Reglas importantes, sí. Reglas que sirvan para forjar valores y carácter, sí. Pero pocas. De lo contrario, no tendrá espacio para tropezar y levantarse. Y al romper cada pequeña regla habrá un conflicto más por el cual pelear.
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La paciencia la ejercerás específicamente preguntando y escuchando con atención. Cuando estés listo para responder la pregunta que hacen o dar la orden correcta, mejor pregunta. En vez de asumir, pregunta. Y pregunta hasta que él/ella se sienta que de verdad estás escuchando.
Decía Carl Jung que lo que más nos irrita en el otro son comportamientos con los cuales no hemos lidiado dentro de nosotros mismos. Fritz Perls decía que “los hemos negado” y que hemos separado de nosotros mismos. Si estás teniendo conflictos muy frecuentes con tu hijo/a, puede ser que se deba específicamente a que hace algo que nunca harías o hace algo que tú mismo/a haces… frecuentemente.
Para que puedas entrar con el mindset correcto, sácate de la cabeza dos creencias:
Que conoces a tu hijo/a completamente. Esto hará que los veas en una nueva luz. Con la intención de descubrir y no de asumir.
Que los conflictos son algo malo. Esto disminuirá en gran medida tu cansancio. Pues verás los conflictos como oportunidades.
Aprende a entrar en su mundo. Esto no se trata de aprender a “leerlos”. Sino de sentir la emoción principal que expresan al comunicarse contigo.
Aprende a preguntar y ser paciente para esperar la respuesta. Hasta que entiendas la intención positiva de sus acciones siempre la hay… a veces muy oculta, pero está ahí en el fondo.
Asegúrate de no tener demasiadas reglas. Tres o cuatro es lo ideal. Reglas importantes que reflejen los valores de la casa. De modo que ellos puedan tener espacio para discernir entre los comportamientos que son coherentes las mismas y los que no.
Y lo más importante, trabaja contigo misma/o. Saca de 10 a 20 minutos al día para meditar y explorar tus emociones.
“Si no tienes 10 minutos para ti, no tienes una vida”
Escrito por: Jorge Risk, Coach de intervención Estratégica
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