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El matrimonio debe considerar desde el primer momento de su unión cómo les gustaría que fuera su estilo y cultura familiar propia. Saberse parte de algo genera una gran seguridad y alegría, fundamental para crecer equilibrados.

Tratar a cada hijo con respeto y cariño. Dedicar un tiempo exclusivo a cada uno de ellos. Evitar comparaciones o que se sientan mejores o peores que los otros. Evitar las etiquetas y permitirles actuar de acuerdo a su edad y cultivar la virtud de la paciencia no gritando o insultando. Evitar el tono cínico o irónico al hablarle y escuchar, escuchar, escuchar.

Enseñar a pedir perdón. Cuando se ha hecho algo mal, cuando se ha molestado. La forma más eficaz de enseñar a pedir perdón es que lo hagan el padre o la madre cuando sea necesario.

Lucha personal ¿qué puedo hacer yo? Si bien es cierto que la lucha por vivir las virtudes es personal, anima mucho saber que los demás miembros de la familia están en la misma onda. Un hijo que sabe que su padre y su madre no se consideran perfectos y que aunque les cuesta, se esfuerzan cada día por ser mejores afronta mejor su propia mejora.

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Comidas familiares y tertulias. Considero que son el eje fundamental para que la familia permanezca unida, casi me atrevería a afirmar que una familia que no come junta es prácticamente imposible que pueda permanecer unida.

Por supuesto la televisión y los celulares deben situarse muy lejos del espacio vital del comedor.

Compartir el tiempo libre con la familia. El tiempo libre es una gran escuela de unidad familiar. Por eso es muy bueno compartir aficiones, hobbies, cultura, deportes, etc… Los padres deben proporcionar ocasiones atractivas para compartir el tiempo libre, dependiendo de las edades.