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Si el bebé no es deseado, probablemente tendrá tendencia a ser miedoso o agresivo. Si es esperado con amor, será confiado, abierto y creativo. Sus modos relacionales futuros se parecerán al que sus padres establecen con él.

De hecho, el vínculo con los padres es crucial, especialmente con la madre. El amor es la herramienta esencial para favorecer el bienestar del niño al nacer.

Sabemos que el niño comparte las emociones de su madre que le son transmitidas a través de las hormonas.

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Estas hormonas crean en el niño, estados fisiológicos correspondientes a las emociones maternas: stress (adrenalina y catecolaminas) descanso, miedo, confianza, alegría, felicidad (endorfinas, oxitocina).

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Si esos estados se repiten frecuentemente, crean predisposiciones de carácter.

El estrés materno puede dar lugar a alteraciones funcionales del feto que puede afectar el desarrollo motor o psicológico del feto.

Los niños que han vivido en el útero experiencias de estrés o grandes pérdidas vividas por la madre (muerte, enfermedad de algún ser querido) presentan más perturbaciones que los que no han vivido nada de esto.

Se ha comprobado que el feto reacciona también al pensamiento, igual que a sus palabras. Así que la madre puede usar el poder de su imaginación para regalar a su hijo las imágenes más bellas, y sensibilizarlo a las cualidades humanas.

Por otro lado, la genética nos conduce al núcleo de la célula. Los estudios del biólogo molecular Bruce Lipton muestran que la activación de los programas de los genes está controlada por el ambiente del medio. Las emociones maternas como el miedo, cólera, amor o esperanza, influencian bioquímicamente la selección y la reescritura del código genético del niño en el útero, pudiendo de esta manera, influenciar positivamente sobre la creación de generaciones futuras.

Los continuos descubrimientos por parte de la ciencia y la psicología en este campo, nos permiten considerar indispensable que los futuros padres tomen conciencia sobre la importancia del período prenatal como base fundamental de la persona humana.

Estar conectados con el bebé, sentirlo, hablarle, cantarle, contribuye a crear un vínculo afectivo temprano que beneficiará al desarrollo del niño después de su nacimiento.

Por: Lic. Isabella Paz Pedagoga Terapeuta y Psicomotricista www.felicesjugando.com

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