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Si ha pasado algún espacio de tiempo con niños en un parque o en un lugar de juego, con límites marcados tales como una cerca o muros, notará que los niños estarán jugando y moviéndose por todas las áreas del lugar. De no haber dichos límites, usualmente los niños se mantendrán lejos del perímetro y jugarán sólo en el área asignada de juego.

De esta misma manera funcionan los limites que los adultos les ponemos al comportamiento de los niños. Los límites ayudan al niño a sentirse seguro, gradualmente los niños crearán sus propios límites basados en experiencias previas y esto ayudará a desarrollar una autoestima saludable.

Cuando los niños conocen los límites, se sienten más seguros en su entorno, una vez esto sucede se sienten libres de explorar con el conocimiento de lo q ue es y no es permitido. Sin límites apropiados los niños tendrían demasiadas opciones y crearía confusión.

Al momento de crear límites hay que tener en cuenta que tipo de ambiente queremos crear, ¿uno en el que el niño se sienta seguro y querido?, o ¿uno en el cual el niño se sienta limitado o tentado a cometer imprudencias? Las reglas que imponemos a los niños tienen diferentes significados para cada edad y cada individuo; cada niño puede tener una percepción diferente de lo que se desea. Mientras un niño de tres años responde “yo no sé” a la pregunta de cuáles son las reglas, un niño de cuatro años tiene una idea más clara de las reglas y un niño de cinco años comprende y puede enumerar cierta cantidad de reglas. Las reglas para los niños deben ser claras y constantes, no deben tener variantes. En la mente de los pequeños las reglas de la casa aplican tanto para la escuela como para la casa de los abuelos, etc. Por lo tanto, se debe mantener constancia.

En cambio, las consecuencias son los efectos de las acciones de los niños, con éstas ayudamos a promover responsabilidad. El niño se hace responsable de sus actos y se crea el momento de aprendizaje, “aprender de los errores”. Mediante las consecuencias podemos hacer que los niños reflexionen a cerca de sus actos y se produzca un cambio, siempre y cuando no halla una sensación de vergüenza y humillación.

La clave siempre será el respeto, la constancia y sobre todo el cariño.

¡Buena suerte!

Por: Melissa Marie Clements
Psicóloga Clínica