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El fracaso escolar continua siendo una preocupante realidad. Los padres y tutores, junto a los maestros, intentan buscar las mejores opciones para facilitar el aprendizaje escolar de los niños y sin embargo, cada día vemos la frustrante realidad que representa el fracaso escolar.

El aprendizaje es un proceso socialmente mediado, requiere la intervención de un profesor y la implicación activa del alumno. Las estrategias que el estudiante utiliza resultan primordiales para aprender. La motivación constituye, en efecto, un componente necesario. Ante una tarea de aprendizaje han de surgir al menos dos preguntas claves: ¿Qué quiero conseguir con esto?, ¿Qué hago para conseguirlo? Estas preguntas revelan los pilares fundamentales del proceso de aprendizaje: un MOTIVO y una ESTRATEGIA.

¿Cual es el motivo que tiene su hijo para aprender? Es muy importante que conozcamos estos motivos, pero sobre todo que el mismo niño o niña esté consciente de estos motivos. ¿Por qué debo aprender esto?, ¿Para qué?, ¿para obtener buena nota? ¿para evitar un castigo? ¿para ganar un premio? ¿para resolver una curiosidad? ¿para comprender la realidad? ¿para poder salir del martirio que significa esta asignatura escolar? ¿para impresionar al profesor o a los padres? Cada respuesta posible ante estas preguntas (o muchas otras) nos lleva hacia una actitud distinta ante el proceso de aprendizaje escolar y sus expectativas de eficacia, de éxito  o fracaso. Este suele ser uno de los puntos más proclives a fallar y por tanto estar en la base del fracaso escolar. Aún cuando es fundamental que existan medidas de control, regulación y planificación de las metas escolares, sin un adecuado motivo para aprender, es poco lo que se puede lograr.

Llegado este punto,  debemos separar ente las metas de aprendizaje (centradas en las tareas) y las metas de rendimiento (centradas en las capacidades del alumno). Cuando un niño o niña está orientado a metas, suelen estar muy involucrados y suelen considerar el aprendizaje como un fin en si mismo. Se proponen adquirir conocimientos, buscan los retos. Por otro lado un niño o niña orientada al rendimiento busca demostrar capacidad y evitan parecer incompetentes, consideran los errores como fracasos y por tanto no se exponen.

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Los factores personales que influyen en la elección de las metas académicas cambian según si la persona se siente ser eficaz en una disciplina más que en otra y esto impacta en su aprendizaje. Sin embargo, cuando el aprendizaje es un proceso que se disfruta y para el cual se tiene un sentimiento de eficacia, suele haber éxito académico.

Las estrategias no son menos importantes. En tal sentido, esta secuencia de actividades organizadas para lograr un fin, son controladas por el alumno.   Cuando una estrategia de aprendizaje está suficientemente internalizada, se convierte en un proceso automático, dejando libre capacidades del cerebro para poder dedicarse a la tarea en si misma y no en la estrategia para aprenderla. Es acá donde juegan un papel fundamental las técnicas de estudio (repetición, subrayado, resúmenes, apuntes, esquemas, etc.). Es bajo una estrategia de aprendizaje adecuada que se escogen las técnicas de estudio adecuadas.

Por: Dr. Cèsar E. Castellanos A. / Director del IDESIP / www.idesip.org / cesarcastellanos@idesip.org / 809-549-7071