Los Ángeles, esos emisarios divinos que parecen destinados solo a las historias bíblicas o de fantasía, hicieron presencia aquella tarde en el cuarto donde Isabel Cristina se recuperaba de una de las tantas sesiones de Quimioterapia que formaron parte de su tratamiento contra la Leucemia.
Virginia Pardilla, había llorado mares, pues no todos los niños resisten un tratamiento tan severo. Solo su profunda fe la fortalecía. Aunque la enfermedad de un hijo es una prueba que hace temblar la más firme de las convicciones, Virginia nunca perdió de la esperanza, sabía que el Señor actuaría, pues la existencia de Isabel Cristina era de por si un milagro.
Con aquella presencia de luz, Virginia reprendió las sombras. Con los ojos llenos de seguridad y gozo, nos dice que ya antes había escuchado al señor, anunciándole la llegada de su ansiada pequeña, cuando concebir ya le parecía imposible por los múltiples fibromas alojados en su útero y por los seis embarazos que había perdido.
El cuerpo de Virginia no estaba listo para dar vida, pero su alma si, era tanto su deseo y la confianza que Dios le inspiraba, que no dudó en prestarle atención al mensaje que, según ella afirma, él le envío a través tres personas que sin conocerla se le acercaban para decirle: Tu eres la joven que el señor me mostró, si te pones en su manos y confías en él, te regalara una niña preciosa, un regalo de su gracia. El quiere que le pongas un nombre cristiano.
Virginia escuchó el llamado: “Empecé a congregarme y puse mi vida en manos del Señor”. Cuando recibió la noticia de que nuevamente había tenido una pérdida, ni por un segundo dejo de creer que seguía estando embarazada: mi médico me dijo que el saquito se había roto, yo le insistía, le repetía lo que el señor me había dicho, pero todos creían que yo me negaba a aceptar la realidad. Meses después voy a hacerme un chequeo y le pido que me indique una sonografía, el lo hizo casi por salir de mi, pero para sorpresa de todos, salí con un embarazo de tres meses. Mi médico no lo podía creer.
Tras nueve meses de espera, a su hogar llegó la dicha de una hermosa niña, a quien puso por nombre Isabel Cristina (la ungida de Dios) honrando aquel compromiso, como un símbolo del respeto y agradecimiento al ser que había obrado milagrosamente para permitirle ser madre.
Virginia y su esposo estaban felices, pero apenas se preparaban para la prueba más difícil: Un diagnostico de leucemia, confirmaba el aviso que Virginia había recibido mientras oraba junto a otros familiares por la salud de un pariente.
Otra vez, dice Virginia, “el Señor me pidió que tuviera fuerza y confiara en su palabra”, según nos explica, ella debía atravesar este camino para salir fortalecida espiritualmente, la vida de su hija nunca estuvo en peligro.
Recostadita en su cama, Isabel Cristina, de tan solo dieciocho meses de edad, le decía a Virginia que se iba a poner bien, como pidiéndole que buscara en su corazón la fortaleza con la que Dios la había bendecido: Míralos mami están allá en la ventana, míralos a ellos no mires a otro lado. Palabras grandes, llenas de sabiduría, que a juicio de Virginia no salían de la boca de Isabel: “Ella me decía cosas que no eran propias de una niña de un año, nunca perdió su vitalidad, ni su sonrisa, tuvimos que ponerle muy poca sangre, casi nunca vomito e incluso pocas veces se le cayo el pelo y luego le crecía de una manera asombrosa.
Hoy en día, Isabel Cristina tiene cuatro años, esta en perfecto estado de salud, es una niña normal que no tiene ninguna secuela de una enfermedad mortal en la mayoría de los casos. Virginia se prepara para ofrecer su testimonio a todos, desea llevar ese mensaje de fe que recibió en sus momentos de duda y dolor, contar la historia de Isabel para que otros abran su corazón, oídos y ojos, pues los Ángeles tal vez se nos acercan sin que podamos mirarlos, Dios nos habla de tantas maneras y no le prestamos atención, obra en nuestras vidas, sin que nos demos cuenta.
La de Virginia es una historia de fe, que puede ser entendida solo con el corazón, que trasciende lo que la ciencia nos muestra como conocido. El instinto materno, más que una explicación material de la conexión entre madre e hijos, es la confirmación del aliento divino que poseen todas las madres y las conduce a creer, a dar, a amar.
Virginia Pardilla es nuestra Madre de Hoy, además de escuchar su testimonio aprovechamos su amplia experiencia como pedagoga y directora del colegio Montessori Learning Center, para hablar sobre otros importantes temas.
Cómo una mujer de hoy día, con objetivos profesionales claros, puede no descuidar su hogar, su familia, como lo haces tu.
Al ser una persona cristiana pienso que podemos lograrlo encomendando al Señor nuestro día, el es quien nos da la fuerza, ya lo dice su palabra “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Luego, creo que lo más importante es el equilibrio y la constancia, vivimos en una sociedad en la que estamos obligadas a cumplir muchos roles y esta sociedad espera que hagamos todo bien, a las mujeres se nos exige mucho, para poder cumplir con todo debemos estar muy bien organizadas, colocar en una balanza, en justo equilibrio, todos los roles que asumimos y dedicarle tiempo a cada una de las áreas, sin descuidar ninguna: mi rol como madre, mi rol como mujer en una casa, que también debo llevarla, mi rol como profesional, eso te va a garantizar el éxito.
Eres más madre que maestra ó más maestra que madre
Creo que todas las maestras tienen un poquito de madre y toda madre tiene un poco de maestra, estamos en ese constante guiar y cuidar de nuestros hijos y educándolos. En mi caso tan pronto cruzo la puerta de la escuela soy maestra y cuando cruzo la de casa madre, así puedo asumir mejor cada uno de los roles, aunque en cada caso tengo algo de las dos.
Regularmente, cuando tienes un hijo puedes comprender mejor a tu madre, en tu experiencia cuales han sido esas actitudes, acciones, posturas de tu madre que ahora tu puedes entender.
Para mi ha sido una experiencia maravillosa, yo utilizó un pensamiento, que no se de quien es, pero a mi me ha servido mucho, que es: “Mientras más conozco a mi hija más amo mi madre”, cuando veo las cosas que mi hija tiene de mi, las travesuras, mi temperamento fuerte, que yo como madre ahora debo moldear para que ella sea cada día una mejor persona entonces veo las cosas que mi madre tuvo que trabajar conmigo para lograr que yo sea lo que soy hoy, cuando recuerdo todo el amor, la paciencia, la dedicación que tuvo hacia mi, quiero imitarla, tomar de ella lo bueno para hacerlo con mi hija y de los errores que ella cometió, como lo comenten todos los seres humanos, entonces tratar de no repetirlos. Desde que pase de la óptica de hija a la óptica de madre valoro más a mi madre, la admiro más puedo ver todo ese sacrificio, esa comprensión que ella tuvo conmigo y con mis hermanos.
Siendo la cabeza de una institución educativa, tienes contacto con muchas otras madres, con muchas familias, en tu opinión cual sería el defecto que más se repite en las familias de hoy día.
Uno de los problemas que más aqueja a la familia de hoy día es que papá y mamá están muy comprometidos en dar a los hijos lo que necesitan en términos materiales, en cuanto alimentación, educación, etc. Se esfuerzan para darle todo que ellos no tuvieron, las mejores oportunidades, para eso hay que involucrar mucho tiempo en el trabajo, la mayoría de personas trabajan más de lo debido y llegan a casa cansados, entonces los niños no están siendo debidamente educados, la formación en valores esta siendo delegada a otras personas que, a veces, no tienen nuestra misma formación, que no tienen el tiempo, que le dan más importancia a otras tareas que tienen que hacer en la casa, los niños se crían sin disfrutar de ese espacio familiar, de esa calidad humana, con toda la necesidad afectiva que tienen ellos de papá y mamá. También esa falta de tiempo, ese cansancio con el que llegan los padres, hacen que no sean tan constantes con las normas, con las reglas: hoy mamá llega cansada y no le dice a su hijo que recoja los juguetes y mañana quiere exigirlo, entonces los niños se están viendo afectados por esa inconstancia, por esa falta de tiempo, esa dedicación para formarlos en valores, para darle seguimiento, para que entonces se cree esa comunión familiar, cuando llegamos a la casa creemos que estamos interactuando en familia y solo estamos frente al televisor, con el agravante de que creemos que nos estamos comunicando; teniendo un momento en familia. Es cierto que en determinados momentos eso hace falta, pero la televisión no debe ser el medio que reúna a la familia, porque se pierde el dialogo, la conversación, el afecto y eso, a mi juicio, es uno de los mayores problemas que los niños están enfrentando.
¿Qué podrías recomendarles a las madres de niños menores de cinco años para mantener esa constancia en las normas y los valores mientras son tan pequeños?
Yo le doy mucha importancia a la etapa preescolar. Para mi un bebe desde que esta en el vientre de su madre, necesita ese cariño, esa comunicación, que le hablemos, que lo integremos a la familia, pero a la par de todo ese amor, un niño necesita responsabilidades y normas, no por pequeños deben estar exentos de cumplir con lo que se les pide, pero claro, hay saber que lo que se le exige a un niño de ocho no es lo mismo que debe pedírsele a un niño de tres, hay que tener mucha paciencia y mucho amor.
Cómo cambio su vida la enfermedad de su hija
A partir de todas estas vivencias, mi vida esta en manos de Dios, él decide y nosotros sabemos que él es que tiene absoluto control. Cuando la niña se enfermó, a los tres o cuatro días yo me arrodillé y le dije: «Señor, ella es mi Isaac, como Abraham que tenia su hijo único, tu se lo regalaste y me la regalaste a mi, pero yo te la devuelvo para que hagas con ella lo que entiendas que es mejor, porque tu tienes el control y dice tu palabra que lo que le pasa a un cristiano siempre obra para bien, yo acepto tu voluntad, te pido fortaleza si es que ella no va a vivir y si es para gloria tuya yo acepto este proceso.»
Las cosas él la organizo como tenían que ser y ha servido no solo para este testimonio, sino para que mucha gente de mi familia, muchos amigos que no creían que existe un Dios, vean su obra a través de lo que es la vida de Isabel Cristina.
Hay muchas madres con situaciones similares y sabemos que no hay nada más doloroso que ver a un hijo con los días contados, padeciendo una enfermedad terminal, que nos puedes decir al respecto.
Es un proceso muy doloroso, muy duro, pero con Cristo puedes atravesar cualquier situación, hoy puede ser la enfermedad de un hijo, mañana un divorcio, un problema financiero, no importa la situación que se presente, con el Señor es más fácil todo, porque el te da la guianza, la fortaleza, no fue mi fortaleza, ni mi palabra, fue su espíritu que se manifestó en mi.
Mucha gente se sorprendía, se preguntaban como yo podía con todas estas circunstancias seguir mi rol de madre, de maestra, avanzar como profesional, y seguir el tratamiento, yo les decía: » no soy yo, dice la palabra “mas Cristo vive en mi y nueva criatura eres”, el te va dando la guianza, su paz que sobrepasa todo entendimiento, eso hace que vayas viendo el proceso desde otra óptica, para entender que no atraviesas el agua o el fuego sola».