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Jugar a disfrazarse es algo muy necesario en la vida de los niños, ya que contribuye a su sano desarrollo.

Cuando el niño se viste de un personaje y se imagina una historia con ese disfraz, está dando rienda suelta a su imaginación, a su espontaneidad y creatividad.

Hasta los 6 años, el niño vive en una edad mágica, en la que el mundo real y el imaginario todavía no están claramente diferenciados.

Además de divertido, disfrazarse es un método estupendo para que los niños manifiesten sus sentimientos y aprendan a ponerse en el lugar del otro.