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Nos ofrece una interesante visión sobre las familias reestructuradas y cómo los hijos asumen a las nuevas parejas de papá y mamá. Ante todo, debo comenzar esclareciendo, que la familia es considerada como el grupo primario por excelencia y esencial para proveer la satisfacción de las necesidades básicas del ser humano, tanto en los hijos como en los padres. Los hijos, por su carácter dependiente deben encontrar respuestas a sus necesidades para lograr su crecimiento y desarrollo adecuado; y los padres, por el apoyo emocional y desarrollo integral que conlleva la vida en pareja.

Realmente son muchas las definiciones que hay de familia pero la mayoría de ellas plantean que es la célula social básica donde padres e hijos/as se relacionan; y esta interacción se basa en fuertes lazos afectivos, permitiendo de esta manera que sus miembros formen una comunidad de vida y amor.

En esta oportunidad, me voy a permitir hablar mas detalladamente del tipo de familia que llamamos reestructurada, explicando la actitud de los niños frente a esta nueva pareja de sus padres. Puesto que las complejas relaciones que surgen en el seno de las nuevas familias reestructuradas es materia de creciente preocupación.

Se presentan en este tipo de familias situaciones difíciles, ya que por ejemplo, cuando hay hijos de otros progenitores albergados en tu propio techo, se entiende que la única mamá o el único papá ahí eres tú, pero sin embargo no debes ejercer esa posición porque existe alguien que ya ocupa ese lugar y no es bueno para el niño vivir esa elección en su interior. El papel que debe ejercer ante los hijos de su nueva pareja es un papel abierto en el que muestra afecto y comprensión pero sin invadir el territorio ya ocupado; y por supuesto, no puede hablar mal de «los otros» ya que juegan un papel muy importante en la madurez emocional del niño.

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Además, también nos vamos a encontrar con los factores de los valores diferentes. Inevitablemente, una casa es más estricta que la otra. Existen reglas diferentes con relación a la hora de ir a dormir, las tareas, y comer juntos. Muchas veces eso resulta tedioso, especialmente si el adulto más estricto resulta ser esa nueva pareja.

Pero dentro de estas situaciones, es bueno que conozcamos, las desventajas y las ventajas que le podemos explicar a los niños que pueden tener al ser partícipes de este tipo de familia; como seria por ejemplo, dentro de sus desventajas, el que acepten que cada estructura familiar tiene sus propias normas y a veces éstas son opuestas, pero siempre que haya buen entendimiento prevalecen las impuestas en la casa donde el niño habite más tiempo; y claro lo mas importante para él o ella y a lo que se le puede hacer gran hincapié es explicarle que como ventaja podrá tener doble de todo (regalos, habitación, paseos y todo…).

Hoy en día, es inevitable ver como son muchas las personas que tras divorciarse, deciden reconstruir sus vidas junto a una nueva pareja. Lamentablemente esta decisión puede afectar de muy diversas formas a los hijos que cada uno aporta a la nueva unidad familiar. Por esto, quisiera atreverme a ofrecer unas sugerencias básicas que ayudarán a evitar tensiones por parte de padres e hijos.

  1. Es importante tener en cuenta que para que las nuevas relaciones tengan un buen inicio y un adecuado desarrollo se necesita una gran dosis de paciencia, comprensión y comunicación. Lo más importante en estos casos es dejar tiempo para que todas las partes afectadas puedan asimilar la nueva situación.
  2. El niño debe poder elegir el tipo de relación que desea mantener con la nueva figura. No hay que obligarle ni presionarle para que le llame papá o mamá, ni criticarle si se dirige a él por su propio nombre.
  3. Hay que manejar la situación teniendo en cuenta que la nueva pareja representa un cambio para los niños difícil de aceptar, ya que les hace perder la esperanza de volver a ver a sus padres juntos.
  4. Se debe comprender que los hijos en un primer momento rechacen a las nuevas figuras que se les presentan, ya que inconsciente o conscientemente los perciben como rivales o sustitutos de sus verdaderos padres.

La clave, a mi parecer, es que si los padres son felices y realmente están comprometidos en hacer que funcionen sus familias, los hijos serán felices también.

Ahora sí, es muy importante no presumir que cada dificultad que se enfrente guarda relación con el hecho de ser una familia reconstituida. Todas las familias sufren conmociones. No obstante, no hay manera de evitarlas.

Pero, por supuesto, la finalidad siempre debe ser el bienestar del niño y por ello, los padres, deben actuar maduramente prescindiendo de anteponer sentimientos o emociones negativas al equilibrio que necesita su entorno. No se trata de separarse o no sino de saber llevar el «después» fomentando una unidad estable que armonice de forma adecuada los diferentes miembros que la forman.

Kedmay Klinger es psicologa clínica y colaboradora habitual de nuestro portal.