Cuando nuestros hijos están creciendo todo es emotividad, sus expresiones explosivas de rabietas, gritos o enfados son naturales. Pero más que controlar o disciplinar debemos tratar de ver que significan.
Las emociones en descargas explosivas sirven para expresar y también nos dan pistas sobre lo que está pasando en el interior de nuestros hijos. Las emociones curan y transmiten la necesidad del niño.
A veces nuestros hijos pueden empezar a romper cosas, no querer comer etc. Reclaman atención, piden lo que necesita a través de sus emociones. Y posiblemente lo que necesita es más atención amorosa y exclusiva. Nos está diciendo algo, y podemos llegar a ella si escuchamos lo que estas descargas expresan. Necesitan que sepamos llegar a la preocupación que le hace querer gritar de este modo. Claro que quiere llamar nuestra atención. Pero nos llama porque nos necesita y no sabe cómo decirnos lo que siente.
Las emociones rebeldes no son la manifestación de los niños sino lo que las provoca en el fondo es inseguridad o miedo o soledad. Podemos llegar hasta los niños, pero realizando un proceso de escucha activa, pues ellos no siempre son capaces de expresar con palabras lo que sienten.
El desarrollo emocional del niño influye en su evolución intelectual y repercute en todos los ámbitos de su vida: familiar, académica y social. Tener un correcto desarrollo emocional supone ser consciente de los propios sentimientos, ser capaz de proyectarlos en los demás, y ser empático.
Nuestros hijos van construyendo el significado de sus experiencias emocionales a partir de las interacciones con las personas que le rodean y del entorno en el que viven y se desarrollan. De este modo nuestros hijos van diseñando el concepto de ellos mismos, toman conciencia de la realidad externa a ellos, de la idea de moralidad y de su pensamiento. La entrada en la escuela amplia el entorno social de nuestros hijos pero aún así la influencia familiar sigue siendo el factor básico en la determinación de la madurez personal. Cada tipo de ambiente ayuda a nuestros hijos a descubrir diferentes aspectos de la vida que ellos asimilan inconscientemente. Es importante que los distintos ambientes interactúen y que resulten constructivos.
Debemos enseñarle a nuestros hijos a reconocer sus emociones y cómo cambia su estado emocional ante situaciones concretas. El autoconocimiento de sus reacciones provocará que nuestros hijos , cuando se sientan invadido por emociones negativas, sepan reconocerlas previamente y tener herramientas que le permitan reaccionar ante éstas: ya sea mediante la respiración profunda, la evocación de imágenes positivas para crear nuevos anclajes en el cerebro, técnicas de relajación… Todas ellas, pero, deben basarse en la experiencia directa, es decir, si optamos por técnicas de relajación, el niño debe experimentar cómo la tranquilidad afecta a su cuerpo y a sus sentidos.
Ayudar a los niños a conocer y dominar sus emociones es una inversión de futuro. Los niños y jóvenes que poseen estas habilidades sociales y emocionales “son más felices, tienen más confianza en si mismos y son más competentes como estudiantes, miembros familiares, amigos y trabajadores”.