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No hay nada más satisfactorio que disfrutar con tu hij@

La realidad es que juntar todas las labores de casa, de esposa, de madre, de mediadora de juegos y entre tanto tener un poquito de vida personal, por decirlo suave, es agotador. Pues es el trabajo más intenso que existe, pero también el más gratificante. No hay nada más satisfactorio que disfrutar de esos instantes únicos con tu hij@, momentos que se viven solo una vez en la vida y que pasan a la velocidad de un pestañar de ojos. Así que si te lo propones, vivir sin niñera es difícil, pero no imposible. Si así lo deseas, te convencerás de que todo es posible, aunque exige un esfuerzo diario de creatividad y espíritu práctico para organizar tu vida de madre trabajadora y esposa. Pero el resultado compensa.

A pesar de todas las exigencias, puedo reconocer y agradecer por ese poder de “criar” que surge gracias a todas las generaciones anteriores de madres. Nada más real que la vida familiar… todas las preguntas y respuestas pueden encontrarse en las trivialidades de tu hogar, y más aún, en tu rol de Madre.

Les aseguro que hay una ganancia adicional en la vida sin nana -como también se les dice-, que muchas veces ni siquiera se prevé al iniciar esta “aventura”: la satisfacción en la realización de todas las labores básicas para la subsistencia del hijo que decidiste traer al mundo.

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No sé cómo hay padres que teniendo tan solo un hijo, salen a cenar, al parque, o hasta a un cumpleaños, con una nana acuestas: la verdad es que prefiero pensar que no se han dado el chance de conocer ese placer de poder disfrutar esos mágicos y efímeros instantes con tu hij@, sabiendo que eres el principal responsable de su alegría y diversión, así como de su bienestar, recuerdos que llevarás por siempre en tu corazón y vínculo trascendental que tu hijo te agradecerá eternamente. Eso, sin mencionar, que estos momentos son vitales hasta para enseñarle a tu pequeñ@ disciplina, límites, normas de comportamiento, reglas de sociabilidad… y demás aspectos esenciales en su desarrollo humano y futura vida adulta.

Nada más ameno que (si eres de aquellas madres que han elegido trabajar para cooperar con el esposo en los ingresos familiares, y optado por dejar el cuidado de su hijo en un colegio) salir del trabajando agotada de contar los segundos para que llegara la hora de buscar a tu pequeño, y sentir ese reencuentro como la mayor bendición del mundo, sabiendo que en ese tiempo que no estuviste con él, tu niño compartió con otros de su edad, recibiendo estímulos que solo los colegios suelen ofrecer. Y de inmediato entablar esa conversación en la que te cuenta todo lo que aprendió, lo que hizo, a qué jugó, mientras llegas a casa lista para continuar con él su diversión y prepararle su comida, reírse en ese especial momento del baño, escoger su ropita y combinaciones para el día siguiente, y finalmente darle su leche y preparar todo el entorno para la hora de dormir, cuando todo concluye dejando a un angelito descansando en su trono: y tú terminas sintiéndome la mujer maravillas, lista para reconstruirte de pies a cabeza, pero feliz de recordar los beneficios de la vida simple y la autosuficiencia. Aunque claro, sin obviar el mérito que enaltece un esposo y padre incondicionalmente colaborador en su hogar. Con esto, no hay más ayuda necesaria.

Por: Kedmay Klinger Balmaseda klinger_psicologia@yahoo.es