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Dentro del listado de aprendizajes para tener éxito en la vida está el saber escuchar. Este aprendizaje debe comenzar desde temprana edad y supone una buena valoración del otro, del qué “que habla”, así como la comprensión de su mensaje y una respuesta verbal o gestual sobre lo escuchado. Se trata de escuchar para tener qué decir o qué hacer.

Escuchar adecuadamente es también señal de respeto y comprensión del otro así como como muestra de poseer una “inteligencia comunicacional” que hace posible entenderse con los demás, ya sea mediante el diálogo amistoso o mediante el debate respetuoso de las ideas de cada quien.

Se “aprende” y se “enseña a escuchar” para convivir con los demás. Si escucho al otro, éste estará obligado a escucharme. Los padres y maestros “enseñan a escuchar” escuchando siempre a sus hijos y estudiantes. Dejarlos hablar y escucharlos con atención es una manera de conocer sus ideas, sentimientos, miedos, valores e intereses y de servir como modelo del buen hablar y del buen escuchar.

Tanto los padres como los profesores deben procurar tener “buenas relaciones”, “buena comunicación con sus hijos y estudiantes”. Y las buenas relaciones comienzan por escucharlos. Escucharlos es una manera de respetarlos, de amarlos y de conocerlos.

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Ser escuchado es un derecho de la persona. De ahí que los padres y profesores tienen el deber de escuchar a sus hijos y estudiantes siempre.

¿Cómo desarrollar la competencia de escuchar y hacerse escuchar en la familia y en la escuela?

  1. Nunca castigue imponiendo un tiempo de silencio ni individual ni colectivamente. Escuche primero y procure que el niño escuche de usted razones para tomar la decisión de escuchar a su vez atentamente.
  2. Nunca mande a callar a sus niños o a sus alumnos en público ni en privado, se considera una humillación y un boicot al diálogo. A medida que aumenta la edad aumenta el impacto psicológico de la humillación.
  3. Jamás utilice la expresión “quítate de mi vista que no quiero verte ni escuchar tus payasadas”. Algunas payasadas son expresión de alegría, otras de necesidad de orientación.
  4. Evite sermonear. Los niños y los jóvenes “aprenden a no escuchar” cuando se le sermonea.
  5. Evite decir las mismas cosas muchas veces. Esto no les enseña los comportamientos que se quiere que aprendan. Persuada, motive, fije límites con ecuanimidad, dulzura e inteligencia.
  6. Hacer que el niño escuche cosas serias no es sinónimo de ofensa o de regaño. También los padres y profesores deben enseñar a dialogar y a hacerse escuchar sin ofender, humillar o perder la cabeza.
  7. Fomente la práctica del diálogo en la familia y en la escuela. Hacerse escuchar no significa infundir temor o miedo. Realice reuniones familiares y escolares para practicar la “escucha activa, comprensiva y educada”.

Escrito por: Héctor Rodríguez, Psicólogo, atención de niños y pareja 

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