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Tu hijo de 2 años de edad escribió en la pared con lápiz labial; tu primera reacción es estallar pero recuerdas que hiciste una resolución de ser más paciente. Lo que necesitas es un plan sobre cómo actuar frente a estas situaciones. El Plan 60-Segundos de Disciplina Mágica no es un método específico de disciplina. Más bien, es una estrategia global, una que no se centra en el mal comportamiento del niño, sino en su respuesta a la misma. Si utilizas el formato de 60 segundos, las consecuencias que impongas serán más eficaces. Tomaras el control, tu hijo sabrá qué esperar y estarás seguro de que estás modelando lo que realmente quieres que aprenda. Aquí están los seis pasos sencillos.

0-10 segundos

Actúa sin demora.

Lo primero que tienes que hacer es intervenir de inmediato. No digas ‘No’ y esperes a que tu niño obedezca. La seguridad es siempre la primera prioridad, por lo que si hay algún peligro potencial para tu hijo, necesitas actuar de inmediato. Debes quitar del medio todo lo que es parte del problema. Tu hijo tiene que ser capaz de centrarse en ti y en la situación. Si es necesario, retira a tu hijo de la escena del crimen. Además, tienes que separarte del desorden y el alboroto de modo que tendrás menos tentación de hacer o decir algo en un momento de ira de lo que te arrepentirás más tarde.

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10-20 segundos

Mantén la calma

Ya sabes cómo las azafatas dicen que te pongas tu propia máscara de oxígeno antes de ayudar a tu hijo a colocarse la de él. Tratar con las emociones es algo así como cuidar de ti mismo primero. Estar enojado no es el problema, es la forma de manejar tu ira. Aprender a calmarte y saber manejar la situación enseñara a tu hijo a escuchar. Si gritas y te alteras, tu hijo prestara atención a su intensa emoción que le está causando el momento.

20-30 segundos

Valora la situación

Tómate unos segundos para centrarte en lo que realmente ha sucedido. Este es un momento Zen. Para lograrlo, debes separar el incidente de todos los demás. Y cuando nos fijamos en la situación en el aquí y ahora, como un evento único en lugar de reincidencia, a menudo no es tan grave.

Este también es el momento de averiguar de dónde se origina el comportamiento. En cualquier caso, tienes que reevaluar tu papel.

No digas: «¿Cuántas veces te he dicho…?» Incluso si crees que le has dicho a tu niño algo 100 veces (que no lo has hecho), en realidad no importa. Necesitas repetírselo una y otra vez, y otra vez.