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Todo ser humano tiene compromisos: el profesor que va a impartir clases, el administrador que debe entregar un reporte. Y todos comparten un mismo objetivo: la puntualidad.

La puntualidad es la consciencia del tiempo y el hábito de llegar a la hora pautada a una reunión, ya sea laboral o personal, de entregar a tiempo un trabajo o actividad específica.

La puntualidad se puede considerar un hábito que tiende a inculcarse desde temprana edad por medio del ejemplo, de la responsabilidad, de las exigencias y de la implementación de rutinas. La importancia de ser puntuales nos indica como seres humanos un carácter de respeto hacia los demás, y de responsabilidad y entrega hacia lo que hacemos.

Un padre que suele ser impuntual en sus quehaceres diarios tiende a enseñar con su ejemplo a no valorar el tiempo. A veces es ese, el mismo padre que exige a su hijo que saque mejores notas, las cuales requieren de entregar tareas planificadas con anterioridad.

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Ser puntual es respetar, ser consistente, consecuente y responsable. Tantas cualidades envuelven este hábito que resulta tan necesario para cumplir con nuestras responsabilidades diarias laborales, familiares y sociales, que es importante guiar a los padres y tutores a inculcar dicha consciencia desde temprana edad. Todo hábito aprendido en la niñez y temprana adolescencia es más fácil de continuar en la adultez.

Como padres, tenemos que preguntarnos qué tan puntuales somos en nuestras actividades; qué tan consistentes somos con nuestros hijos en las horas en que nos esperan.

Es importante lograr que nuestros hijos aprendan a respetar los horarios de dormir, bañarse, hacer las tareas, así como los horarios de las citas pautadas, tomando en cuenta que no es solo rutina y consistencia, sino que es parte del sentido del respeto al otro y de la confianza que proyectamos.

Enseñar a nuestros hijos a respetar a los demás conlleva enseñarles, que hacer esperar al otro es robarle su tiempo, Tiempo que pueden invertir en otras actividades; por consiguiente se debe notificar al amigo o compañero si va a llegar tarde, en caso de no hacerlo, pedir disculpas si no ha logrado llegar a tiempo.

Por: Liza Rivas,
M.Ed., M.Psic

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