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Los padres que afrontan la separación se preguntan a menudo si su decisión puede ocasionar un grave perjuicio a los hijos, y qué pueden hacer para facilitar la adaptación a la nueva situación e incluso cómo han de dar continuidad a su papel de padre y madre, cada uno por su lado.

Para los propios padres es una situación difícil y la posibilidad de hacer sufrir a los hijos aumenta aún más.

Si la vida en común se hace definitivamente insostenible, la separación puede llegar a ser necesaria para la pareja y para los hijos. Suele ocurrir después de una larga sucesión de desavenencias, de reiterados intentos de reconciliación y de la instalación definitiva de una profunda incomunicación.

¿Por qué fracasa el matrimonio?

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El conflicto prolongado en la vida familiar tiene efectos perniciosos sobre el equilibrio emocional de los hijos. En estas condiciones, la separación nos parece un mal menor necesario, la única posibilidad quizás de recuperar el equilibrio y el bienestar para todos.

¿Qué efectos provoca o puede provocar en los niños la separación de sus padres?

Es habitual que la pérdida de la estabilidad, de las pautas de referencia y de la imagen del hogar unido produzca un cierto malestar en los hijos. Pero la serenidad, incluso la euforia al principio, por la perspectiva de una nueva vida sin tantos problemas es frecuente en algunos niños. En otros casos un profundo y prolongado malestar, sumado a diferentes dificultades preexistentes, puede desestabilizar el equilibrio emocional.

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El estrés defensivo frente al cambio suele aparecer casi siempre al principio. Efectivamente los hijos pueden manifestar reacciones emocionales y psicosomáticas de diferente intensidad y prolongación. Algunos cambios de comportamiento, variaciones del estado de ánimo, episodios de angustia y alteraciones del sueño pueden aparecer y desaparecer mientras se reorganiza la situación.

¿Tengo un hijo con estrés?

El niño, en su tendencia egocéntrica natural, puede sentirse culpable en algún momento de las desavenencias de sus padres a causa de su conducta revoltosa, por sus preferencias o por sus deseos destructivos contra uno u otro progenitor.

La irritabilidad se expresa muchas veces en forma de resentimiento, de rebote o de susceptibilidad.

La aparición de dificultades en el proceso de aprendizaje escolar puede considerarse como un fenómeno transitorio de readaptación.

Cuando estos síntomas adquieren manifestaciones exageradas y resulta difícil convivir con ellos conviene la ayuda profesional adecuada del médico, el psicólogo o el educador.

Por: Rafael Centelles Velilla

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