El método canguro
El contacto «piel con piel» entre el bebé y sus padres es fundamental para crear un vínculo afectivo entre ellos y proporcionar al pequeño la sensación de protección y calor que necesita. Además, las propiedades relajantes de este tipo de contacto han llevado a muchos hospitales a implantar sistemas de «cuidados canguro», como alternativa efectiva a las más modernas incubadoras.
El sentido del tacto se desarrolla en toda la extensión de nuestra piel. Puede decirse que es el órgano sensitivo más extenso que poseemos. Los bebés desean proximidad, calor y suavidad.
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Por eso, los padres de todo el mundo abrazan, acarician, dan masajes o llevan en brazos a los bebés muy pegados a su cuerpo.
En muchas maternidades se ha implantado un sistema de «cuidados canguro» que puede llegar a sustituir eficazmente a una moderna incubadora. Cuando los bebés están en contacto «piel con piel» con su madre o su padre, se ha comprobado que regulan mejor su temperatura, respiran más acompasadamente y su corazón se enlentece. Es decir, se relajan.
Los bebés responden a las variaciones posibles de las sensaciones táctiles: presión, textura, temperatura, suavidad, dolor…
Los bebés tienen gran número de receptores sensitivos en los dedos y en los labios. Por eso les gusta chuparse los dedos. Se ha comprobado que algunos se chupan el dedo ya desde las 22 semanas de vida intrauterina.
El sentido del tacto sirve a los niños para tranquilizarse solos, para explorar el mundo y para iniciar el contacto con el mismo.
También se ha comprobado que algunos estímulos táctiles son muy desagradables para los bebés. Por ejemplo, que se les pellizquen las mejillas.
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