En ocasiones, los niños son el reflejo emocional de los padres. Es por esta razón que nuestro deber, como padres, es trabajar nuestras inseguridades, temores y preocupaciones, así como la manera en que nos proyectamos hacia afuera.
Autoestima puede definirse como el concepto que tenemos de nosotros mismos y como nos manejamos en el día a día en función a esa percepción.
Los niños van formando sus propios criterios de acuerdo a las experiencias vividas, la dinámica familiar y el contexto social y cultural en el cual viven. Los padres somos una gran influencia en este proceso y debemos tener en cuenta esto para fomentar cimientos firmes en sus vidas.
Algunas sugerencias son:
– Reconocer sus fortalezas.
Acompañarles en sus dificultades brindándoles conocimiento, experiencia y dialogando sobre posible soluciones.
– Permitiéndoles cometer sus propios errores sin tratar de resolverle cada situación de su vida.
– Modelándole buen auto concepto y percepción de uno mismo hacia el mundo exterior.
– Brindarle un ambiente de buena comunicación.
Comunicación positiva: Hablar y dialogar con nuestros hijos
– Tener límites y expectativa de comportamiento bien establecido en el hogar.
Un niño educado con límites y normas claras es un niño feliz
– Evitar constante comentarios de críticas a su persona y a su alrededor.
¿Cómo afectan a nuestros hijos nuestras palabras?
– Reconocer errores personales y estar abierto a trabajar en ello.
– Evitar ser perfeccionista con la crianza de los hijos.
– Ser coherentes entre lo que verbalizamos y exigimos en el hogar.
– Ayudarles a reconocer y trabajar sus debilidades.
Protege a tu hijo del miedo a perder
Cuando se observa dificultad en un niño en poder reconocer sus virtudes, expresarse con claridad y tomar iniciativa en las cosas que le gusta, entonces podríamos enfocarnos en trabajar su autoestima.
Liza Rivas/ Psicóloga clínica infantil/ Parent coach
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