En el mundo del adulto, la acción y el juego de los niños pueden ser considerados como “una simple ocupación” o “una simple diversión”. Sin embargo, el movimiento y el juego son las conductas privilegiadas de la infancia. Y es que, a través de la acción y el juego, el niño se construye en todos los aspectos: físicos, afectivo, mental y social.
El juego es el motor de desarrollo para el niño. Cuando el niño juega, se mueve, utiliza sus músculos, se sirve de objetos, imagina situaciones, expresa sentimientos, se relaciona con los otros. Desarrolla de esta manera habilidades motrices, emocionales, cognitivas y sociales. El juego estimula de manera armoniosa todas las áreas de su desarrollo.
Juega con tus hijos para apoyar su desarrollo
Jugando, el niño desarrolla también otros recursos personales: Solucionar problemas, adaptarse a una situación imprevista, manejar dificultades, dominar las frustraciones. En su juego el niño es quien manda. Vive un sentimiento de control y dominio de las cosas y de las situaciones: ¡es capaz!, ingrediente esencial para su autoestima. Por otro lado, en el juego, transforma su realidad y activa su imaginación. Le permite una libertad de acción que origina el pensamiento creativo.
El juego en grupo le ofrece la posibilidad de negociar, tomar en cuenta la opinión del otro, aprender a crear relaciones sociales armoniosas. Jugando, el niño desarrolla habilidades que utilizará en las diversas situaciones de su vida. En su juego, el niño se prepara para la vida.
Por: Isabella Paz
Pedagoga Terapeuta y Psicomotricista
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