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Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos – dijo Séneca. Y me atrevería a citar en el mundo moderno de hoy a Emma Carolina Fernández, cariñosamente La Magíster. Nuestra querida Emma concluye la mayoría de sus exposiciones con esa gran verdad.


A propósito de la conferencia pasada, “Tu hijo, tu espejo”, les comparto algo que ya todos sabemos, así que más que un compartir, es un recordatorio. Nuestros hijos siempre nos están observando, inconscientemente absorbiendo todo aquello que les transmitimos. De ahí que somos los responsables de velar por lo que ellos reciben de su mayor modelo a seguir: mamá y papá.

Con esto dicho, definitivamente los hijos deben ser la idea que Dios tuvo para terminar de pulirnos a cada uno de nosotros y convertirnos en esa obra que Él ideó. Claro, además de ser un oasis de amor y la razón por la cual hacemos pequeños y grandes actos de sacrificios, los hijos son precisamente gran parte de la razón por la cual siempre nos estamos rediseñando, con el fin de simplemente ser mejores.

Por: Shirley Pérez