Los períodos vacacionales ocupan un lugar importante en la planificación familiar anual. Muchas familias hacen reservaciones de hoteles, campamentos, excursiones, y todo tipo de entretenimiento con mucho tiempo de antelación. Pero… llega el momento de recoger las calificaciones finales en las escuelas y colegios y con poco agrado vemos que a nuestro hijo no le ha ido muy bien. Las notas son bajas en el mejor de los casos y en otros, hay que esperar los completivos o extraordinarios. Ahí viene la gran disyuntiva: ¿merece o no mi hijo ese ansiado esparcimiento si no ha demostrado buenos resultados académicos? Sin duda es una decisión engorrosa, sobre todo si tenemos más de uno y el otro sí ha tenido buenos resultados. Debemos actuar con cautela y sobre todo con perseverancia y eficacia.
PASO 1: Reprender con amor. Este es el primero porque es el inevitable. Desde que nos dan el boletín final de calificaciones la cara se nos transforma y solo con la mirada somos capaces de hacerlos sentir como hormigas. Las malas notas ya son motivo de estrés para el menor, por tanto, nuestro acostumbrado “discurso” debe ir enfocado en criticar la actitud, los pasos equivocados en todo el proceso, pero nunca a la persona. Concentrarnos en aumentar su culpa no garantizará que no lo vuelva a hacer. No hacer comparaciones con los hermanos que sí han obtenido buenos resultados. De igual manera, nunca permitir que esos hermanos se burlen de lo ocurrido. Recordar que con o sin malas notas, es nuestro hijo, y es nuestra misión y compromiso como padres llevarlos a buen puerto, a pesar de las tormentas.
PASO 2: Análisis de la situación. El niño debe entender el momento en que se encuentra, que esté consciente de cuáles fueron sus lagunas académicas y conductuales. Esto se puede lograr con la ayuda del maestro. Es la persona clave que nos pondrá al tanto de estos aspectos y nos dará con lujo de detalles los elementos a mejorar para el próximo año escolar.
PASO 3: Plan de acción. Lo obvio es que se imponga una medida, ¿verdad? Muchos creerán que cuánto más severa, más efectiva resultará. Y se equivocan. Decía el ilustre pedagogo cubano José de la Luz y Caballero que “no fructifica la educación si no es continua y constante”. La clave entonces, estará en la constancia de lo que se implemente y no en la severidad de la medida en sí. Si su medida es contratar a un tutor, trate de que se cumpla con las citas acordadas: dos, tres por semana, que nunca falle. Si su medida es permitir solo dos horas de TV en la tarde, no dé más de ahí, aunque afuera esté cayendo un diluvio y la televisión sea la única opción adentro.
PASO 4: Disfrutar las vacaciones. Si ya implementó los pasos anteriores, pues concentre sus energías y todo su amor filial en hacer de esos días de descanso algo inolvidable. Es importante que se planifique el paso 3 antes del paso 4, no dentro de él. Si la familia decidió vacacionar, nada debe interferir.
Recordemos que el trabajo puede ser adictivo y tanto a niños como a padres nos hace falta el “break” de tres o cuatro semanas alejados del estrés y del bullicio cotidiano de nuestras faenas. Por tanto, unas malas calificaciones no pueden ser tomadas como castigo para toda la familia. Es necesario hacer conciencia en el niño de su falta y del nivel de compromiso que debe asumir en lo adelante, pero también es necesario ese compartir y disfrutar conjuntamente que afianzará nuestros lazos filiales de confianza, de entrega y amor.
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