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El desarrollo de la creatividad en los niños no es tarea fácil cuando viven en un mundo que les da casi todo hecho, donde no es necesario imaginar ni crear. Un mundo en el que existen una gran cantidad de tiendas y supermercados que nos ofrecen todos los productos que podamos llegar a imaginar, en el que apenas hay tiempo ni espacio para la creación.

Desde bien pequeños, nuestros hijos van a centros educativos donde la mayoría de las actividades están muy pautadas. Un ejemplo de ello son las fichas que realizan a diario: tienen que colorear dibujos ya trazados, sin salirse de los márgenes, con los colores que les indican, colocar “gomets”donde viene indicado, etc. Más adelante, en primaria y secundaria, suelen tener libros que les indican exactamente qué hacer y cómo, o realizan actividades guiadas casi en su totalidad por los profesores, sin dejar casi lugar a la improvisación.

El sistema educativo tradicional relega a un segundo o tercer plano el desarrollo de la creatividad, estando por delante el aprendizaje (en la mayor parte de los casos mediante la memorización) de un sinfín de conceptos. En la mayoría de los centros educativos, el juego y la creatividad aparecen una vez que se ha cumplido con “el deber”, quedando muy poco tiempo para ellos. A medida que se asciende en el sistema educativo cada vez hay menos lugar para la expresión artística.

Una de las habilidades básicas que se deberían enseñar en la escuela es la capacidad para descubrir y buscar respuestas, habilidad que está contenida en la actividad artística. En el aprendizaje no se trata sólo de acumular conocimientos, sino de comprender cómo los podemos aplicar a nuestra experiencia diaria.

Una vez en casa, nuestros hijos pasan mucho tiempo haciendo deberes, viendo la tele, jugando con la consola, etc. Si deciden hacer alguna manualidad, en muchos casos éstas tampoco dan mucho lugar a la creatividad: colorean o pintan dibujos impresos, utilizan juegos de manualidades infantiles que les indican paso a paso como tienen que hacer todo, etc.

El arte para los niños es un medio de expresión de sus pensamientos, sentimientos e intereses y nos muestra el conocimiento que poseen sobre el ambiente. El niño se desarrolla en interacción con el ambiente que le rodea. La pintura, el dibujo o la construcción, constituyen un proceso constante de asimilación y proyección de elementos del ambiente. También el arte cumple una función importante en el desarrollo de la identidad. La expresión artística es la verdadera expresión del yo, el niño se expresa de acuerdo con sus propias experiencias personales. A través de sus creaciones, el niño se identifica consigo mismo y, posteriormente, con los demás. Expresar a través del arte los propios sentimientos y emociones es una fuente de satisfacción para los niños y aumenta su confianza en sí mismos. Es por todo esto, que el desarrollo de la capacidad creadora puede proporcionar una defensa contra perturbaciones afectivas o mentales.

Las personas aprendemos a través de los cinco sentidos. Cuanto mayores sean las oportunidades para desarrollar la sensibilidad perceptiva y mayor la capacidad de agudizar todos los sentidos, mayor será también la oportunidad de aprender. Debemos poder usar nuestros sentidos libremente y con actitud creadora, y desarrollar aptitudes positivas hacia nosotros mismos y hacia los que nos rodean.

Como padres es conveniente que nos planteemos si estamos dando a nuestros hijos un espacio para que desarrollen su creatividad. Debemos tener en cuenta la importancia que tiene en el desarrollo integral de nuestros hijos.

Fuente: www.pequeocio.com