Todos de alguna manera u otra enfrentamos crisis en nuestras vidas. Cuando nos colocamos en el contexto del hogar o del matrimonio las posibilidades de que se presenten aumentan, a causa de la intervención de los demás actores.
Pero antes de seguir conversando, hay una pregunta que debemos de hacernos, de cuya respuesta se puede desprender otra:
¿REALMENTE QUEREMOS RESOLVER O ENFRENTAR LA CRISIS? O ¿PREFERIMOS EVADIRLA Y ESPERAR QUE EL TIEMPO HAGA ALGO?
Es impresionante como de manera consciente o no, muchas veces adoptamos una posición que en vez de resolver el conflicto lo agudiza.
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Las personas siempre accionamos en una dirección, aun seamos de aquellos que no adoptamos una posición definida o los llamados “neutrales”; ya que con esa actitud le estamos diciendo a la otra persona que optamos por ser dirigidos, aunque esto implique ser heridos en el proceso. Otra posición puede ser cuando bajo una supuesta pro actividad asumimos el lugar de controladores, donde en si lo que buscamos es que nuestras ideas prevalezcan sin importar los daños colaterales que podamos causar; y que decir cuando guiados por la “sabiduría” somos más bien manipuladores, para llevar a la otra persona a nuestra posición en supuesta paz, pero a largo plazo la herida puede ser mayor, porque al final se darán cuenta que fueron manipulados o engañados y ahora no es el conflicto en sí que estará en juego, sino las verdaderas intenciones que sustentan la relación.
Llegamos a la conclusión de que la única manera de manejar las crisis exitosamente es:
1) Reconocer que ninguna de las partes tienen la verdad absoluta y es necesario buscar la dirección de Dios.
2) Ambos tendremos que bajar los niveles de ira, orgullo, obstinación o cualquier otro sentimiento negativo.
3) Manejar un problema a la vez.
4) Despersonalizar los mismos. Les garantizo que esto nos llevará a la solución y restauración de nuestra relación.
Recuerda…. Dios quiere y ha diseñado la plenitud para tu vida.
Javier Valdez
Pastor y consejero familiar
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