Mi amado habló y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Cantares 2:10
Una de las bendiciones que reciben los novios en una ceremonia matrimonial judía es que ellos se conviertan en “amados amigos». Saber esto, me llevó a reflexionar en algunas características que se desarrollan en una amistad sana, firme y enriquecedora.
Estamos hablando de que la pareja puede encontrar en ella misma ese nivel de tolerancia, apoyo, comprensión y respeto a la esencia de cada cual que suelen tener los verdaderos amigos. Es volver a ese lugar donde se prestaba atención a cada palabra, necesidad o deseo de mi pareja con el objetivo de procurar satisfacerla, o al menos, se sintiera junto a mí la persona más especial.
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Lograr amistad en medio del matrimonio nos lleva a manejarnos con sinceridad, pero a la vez con una delicadeza extraordinaria, para evitar que nuestra “diafanidad” dañe la relación. “El que cubre la falta busca amistad, más el que la divulga, aparta al amigo” Prov. 17:9.
El matrimonio, al igual que la amistad, debe crecer y madurar con el tiempo sin importar las circunstancias que le pueda estar rodeando (familiares, de salud, económicas, u otras). Así como los amigos buscan oportunidades para celebrar y experimentar aventuras, de igual modo creo que dando pequeños pasos podemos lograr que nuestra relación de pareja se convierta en una relación de amigos en cuanto a su esencia de amor y respeto.
Por: Javier Valdez
Pastor, Consejero de pareja
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