La observo y pienso cómo es posible que de un ser tan pequeño puedan emerger tantas emociones encontradas. Respiro profundamente y simplemente la escucho, la comprendo y le comento que aunque este enojada por lo que hizo, mi amor es eterno.
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Describo un día cualquiera entre mi hija y yo, teniendo claro que la gran encrucijada de ser padres es el amor eterno y la disciplina. El amor es constante aunque por momentos nuestros hijos se comporten inadecuadamente y debamos establecer límites claros que conllevan a la frustración de sus deseos.
Como padres es importante manejar el amor como una fuente inagotable de sostén, comprensión, escucha, responsabilidad, coherencia y respeto ante lo que son las experiencias que podemos tolerar o no de nuestros pequeños.
Amar incondicionalmente supone que como personas completas aceptamos o no ciertas situaciones y tenemos la capacidad de decir NO de manera asertiva; es decir, con firmeza, manteniendo un diálogo abierto sobre las reglas de la casa y sobre las consecuencias negativas al no cumplirlas, estableciendo la sanción al comportamiento no a la persona que ejecuta la acción.
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Tu hijo necesita sentirte a tu lado, especialmente cuando hace algo incorrecto. El tener claro que siempre lo amarás a pesar de sus travesuras, le ayudará a manejar mejor sus emociones y podrá expresar sus frustraciones ayudándole a crecer como persona.
Por: Patricia Flores
Psicóloga Clínica, Danza Movimiento Terapeuta
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