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 Obviamente la respuesta a esa pregunta es no. No lo somos.

Y no lo seremos siempre que describamos el liderazgo como algo sobrenatural, heroico, inspirador, grandioso, poderoso y, curiosamente, asociado al símbolo de Superman.

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Hay algo interesante que sucede entre el lenguaje y nuestro comportamiento. Todas estas palabras que utilicé para describir el liderazgo – las cuales son frecuentemente utilizadas – todas son propensas a ser interpretadas de manera muy distinta por cada persona.

¿Qué es inspirador? ¿Qué es heroico? ¿Qué es sobrenatural? ¿Qué es grandioso? ¿Qué es poderoso? Y la más importante, ¿qué tiene que ver Superman con liderazgo?

El resultado es que, en verdad, no sabemos qué es lo que hace un líder. Solo sabemos que lo que sea que hace, es inspirador y grandioso y poderoso. Pero no sabemos qué es lo que hace.

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Si vemos el liderazgo en esa luz… la respuesta a la pregunta inicial es: No, no lo somos.

Pero vamos a utilizar un approach menos común. Qué tal si, en vez de elevar la categoría de liderazgo a un nivel donde solo los Dioses Mitológicos pueden alcanzar, lo describimos como algo más sencillo y aterrizado.

En vez utilizar términos como “inspiración” y “ser más”, describimos la actividad tal como sucede…

“Un líder es alguien que apoya a un grupo de personas a llegar a una meta, dando seguimiento y asegurándose de que, en el proceso, el grupo se mantenga unido y cada individuo aporte lo suyo.”

– James Scouller

Esta definición sobria de James Scouller me parece ser más apropiada.

Mientras describamos las cosas en términos intangibles, será muy difícil ponerlas en práctica e incluso sentir que somos capaces de hacerlas. Esto último causará que no intentes nada en primer lugar.

No es igual ayudar a un grupo de personas a llegar a un lugar, darles seguimiento y velar porque trabajen en equipo, que “inspirarlos” y “ser más”.

No solo eso… hoy en día gracias a las redes sociales hay mucha información allá fuera diciendo que liderazgo no es igual a ser administrador.

El líder inspirador y que “es más”, inspira con su sola presencia. Y los demás hacen lo que él/ella dice sin mucho esfuerzo.

No pelea, ni discute, no se irrita ni levanta la voz nunca; llega a acuerdos con todos, y solo falta agregar que lucha contra el crimen en las noches.

Es un líder que tiene feliz a todo el equipo todo el tiempo, y que es capaz de inspirar hasta una piedra.

No tiene que saber del tema que se trata e incluso tiene tiempo para ir al gimnasio, salir con su pareja, ir al juego de los niños y manejar la organización (y quizás otras 2 más) porque maneja su tiempo virtuosamente.

¿Qué tal si nos bajamos de esa nube y comenzamos a pasitos de bebé estudiar el liderazgo como una actividad más y no como una experiencia esotérica? Como algo que sucede siempre. Así es… siempre que se requiere un líder para una actividad, uno surge.

Quizás no es el ideal, pero de que surge, surge. Voluntaria o involuntariamente.

La pregunta maravillosa no es entonces si el líder se nace o se hace – por supuesto el mundo se divide entre los que piensan que se hace y los que piensan que se nace (ese tema lo dejo para otro día) – sino que es: ¿cómo son elegidos los líderes?

No me voy a tomar el tiempo ahora para responder esa última. Pero sí me sirve para responder esta:

¿Somos todos líderes?

La respuesta es sí. Todos podríamos serlo. Igual que todos tenemos cuerpo y podríamos estar en forma. Pocos lo hacen. Pocos dedican tiempo a desarrollar ese potencial… no obstante todos podemos desarrollarlo.

Del mismo modo podemos desarrollar el ser líderes y podemos ser elegidos por el equipo y hacer que el equipo nos elija. 

Escrito por: Jorge Risk, Coach de intervención estratégica

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