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Conoce y educa tu personalidad financiera.

Tu cartera vacía apenas cinco días después del cobro revela que no eres muy buena en el tema de las finanzas. Comprar es lo tuyo y como en el hogar sobran las razones para ir al súper, a la tienda o a la farmacia, estar sin un centavo es una constante en ti.

Eres derrochadora, ya tú pareja y amigos te lo han reclamado, en especial si tienes que tomar prestado para compensar el impulso que te lleva a sacar billetes del bolsillo o pasar la tarjeta, cuando el efectivo no es suficiente.

Admitir que tu personalidad financiera no da espacio al  ahorro y a la buena administración es un paso para cambiar. Así lo explica la periodista Vanesa Diago en el articulo “Conoce y Educa tu personalidad financiera”.  La idea es buscar el balance económico que permita potenciar las bondades de tu forma de actuar con el dinero y corregir los errores.

Quien gasta sin medidas trata de llenar un vacío emocional que el dinero jamás podrá llenar. En otros casos  busca la aceptación y el respeto de los demás dándole regalos,  pagando sus cuentas o tratando de lucir mejor que el resto y  gastará hasta lo que no tiene para lograrlo.

Los derrochadores tienen que buscarle solución a su problema emocional  y dejarse asesorar de una persona de confianza, preferiblemente su pareja, para frenar su tendencia al consumo excesivo.  

Del otro lado de la cancha se encuentra las tacañas. Estas no sueltan prenda, prefieren mal pasar y afectar la calidad de vida de su familia para ahorrar hasta el último peso, dinero que nunca llega a traducirse en beneficio para los suyos.

¿Cuál es el principal error de la tacaña? Relacionar el ahorro con la escasez. A este tipo de madre gastar, aún sea lo necesario, le produce angustia, temor de quedarse de pronto en bancarrota, así que prefieren guardar y guardar, ponerse metas inalcanzables para no dar sus recursos.

Ahorrar es la base del crecimiento económico, pero si el dinero se guarda sin un propósito, si no se invierte sabiamente no generará frutos, por tanto aunque la tacaña  sea muy medida y organizada no necesariamente tiene un nivel de vida que se corresponde con sus ingresos, ¿y de que vale entonces tanta restricción si no te das permiso de gozar los beneficios? 

De la tacaña toma sus habilidades para la administración y el ahorro, de la derrochadora debes aprender a invertir en ti, en los tuyos, siempre con sensatez, de la forma conveniente y en el tiempo prudente.