Los padres permisivos generalmente tienen miedo de tomar una posición sobre las cosas en las que creen. Para no correr el riesgo de ser verbalmente atacados por sus hijos no ofrecen opiniones y hacen solicitudes que fácilmente pueden ser ignoradas. Evita el conflicto a cualquier precio.
Con frecuencia, los hijos e hijas interpretan la permisividad como un signo de debilidad. Ellos están listos para aprovecharse del poder que los padres abandonan. Después de todo, el sistema prediviso les da una excusa para rebelarse e irrespetar a los padres. Es una invitación abierta que muchos jóvenes encuentran difícil de rehusar.
Tan ineficaz con el método permisivo es el autocrático, el sistema de ser fuerte. Los padres autocráticos creen que saben lo que es bueno para todo el mundo, y tratan de forzar sus ideas sobre los demás. Suponen que los hijos e hijas nunca se desempeñaran adecuadamente, nunca al nivel de los estándares de los padres. Los padres autocráticos con frecuencia hacen lo siguiente:
- Son extremadamente críticos del desempeño de los niños y niñas
- Son exigentes y amenazantes
- Manipulan castigándolos o premiándolos
- Recuerdan y regañan
- Se involucran extraordinariamente con las tareas escolares
- No respetan a sus hijos-hijas, ni confían en ellos
- Creen que hay una opinión correcta y tercamente se aferran a ella
Vivir juntos como personas socialmente iguales es un concepto difícil de manejar. Muchos padres hacen objeciones inmediatas, diciendo que sus hijos no son iguales. Un padre nos dijo, “Yo gano el dinero, soy el dueño del carro y tomo todas las decisiones importantes. Cuando mi hija sienta que es igual a mi, es tiempo de que ponga tienda aparte. Hasta entonces, yo soy el jefe”. Dijimos a ese padre que la igualdad no se basa en ganar dinero, posesiones, experiencia, estatura física o edad. Se basa en el derecho que comparte todos los seres humanos a ser tratados con respeto.
Como profesional estoy de acuerdo que los padres tienen responsabilidades que son exclusivas de la relaciona parental: proveer dirección y disciplina a sus hijos. Pero también tiene la responsabilidad de respetarlos y de tratarlos como a personas que tienen igual valor humano y dignidad.
Vivir como iguales significa que ni el padre ni el hijo-hija tratan de ser superiores, aprovecharse del poder, castiga o menospreciar al otro. La relación es democrática: el respeto remplaza a la rebelión y la cooperación reemplaza a al coerción.
Compendio elaborado por la psicopedagoga Emma Carolina Fernández-Albert, M. Ed. Emma Carolina colabora con las familias para lidiar con los cuestionamientos sobre los procesos de conducta y el aprendizaje de niños y niñas de la República Dominicana y el mundo.