Desde hace unos 40 años, aproximadamente, se fortalece la generación de papás con conciencia ambiental, comportamientos sostenibles o coloquialmente llamados ‘ecológicos’, capaces de sembrar y cultivar huertas en sus casas, reciclar acertadamente, reducir el consumo de agua y de luz, sembrar árboles, velar por el bienestar de los animales y hasta construir casas inteligentes.
Son familias que se informan y se vuelven especialistas en el cuidado del medio ambiente a través de Internet y las campañas de concienciación local y se arriesgan a probar, ensayar y fallar en el intento para aprender y enseñar a sus hijos de manera creativa.
¿Qué implica ser ecológico? Lo primero es que no es moda sino una necesidad, un estilo de vida que se preveé dejará beneficios futuros. Si las personas no cambian su forma de pensar, es probable que aumenten los problemas ambientales y las consecuencias serán innumerables.
Las acciones ambientales que se emprenden en casa comienzan por apagar un bombillo, reducir el tiempo en la ducha, tener una huerta en casa, entre otras. La mayoría de estas prácticas se dan porque previamente se incentivaron en casa o en el colegio. También porque a través de los medios de comunicación se ha difundido numerosa información sobre la globalización, el impacto ambiental, el deterioro de la capa de ozono y la contaminación de los ríos, lo que ha generado mejor conciencia sobre su impacto en la cotidianidad.
Así, los buscadores en Internet se han convertido en grandes aliados, tanto para la recolección de información como para la puesta en marcha de cada uno de los proyectos. A su vez, las redes sociales también han desempeñado un papel determinante en la transmisión de información. A través de los ‘memes’ (idea que se populariza a través de Internet), post de los usuarios con consejos útiles para el medio ambiente, canciones, videos, tutoriales, entre otros, los padres pueden acceder a información de utilidad para poner en práctica en sus hogares.
Investigar el tema y tener una formación autodidacta les permitirá poner en práctica amablemente nuevas y novedosas propuestas desarrolladas por iniciativas propias. Esta educación no formal permitirá que se refuercen hábitos y costumbres ecoamigables, los infantes adquieran disciplina y hábitos saludables.