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Ves a tu hijo mirando la televisión, dando patadas a una pelota, hablando por teléfono…todo menos coger un libro y leer. 
La afición a leer, que los padres valoramos tanto, parece ser el último recurso para los chicos.


Es preciso saber que la animación a la lectura difícilmente se consigue por imposición. Se obtiene a través de un tratamiento positivo. 
He aquí unas cuantas líneas de actuación interesantes:

Crear en casa un ambiente de lectura. Ver al padre o a la madre con un libro o un periódico en las manos se convierte en una referencia importante del propio comportamiento.

Hablar sobre libros. Oír cómo se comenta el interés -o incluso el aburrimiento, por qué no- que suscita la novela que tienes entre manos prolonga la actividad lectora.

Leer los libros apropiados para tu hijo.
 Buscar temas que conecten con sus aficiones.

Incluir en las salidas de compras una vuelta por una buena librería.

Para terminar, el consejo más importante: no hay que impacientarse si vemos que estas estrategias no funcionan en un inicio. A base de «tantear», de descubrir sus aficiones y sus inquietudes, se puede ir marcando la línea por la cual desarrollar este hábito de manera efectiva, y, sobre todo, afectiva.