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El papel de la familia resulta fundamental a la hora de que los hijos adquieran un buen hábito de lectura. Se trata de una iniciativa para leerles en voz alta a tus hijos desde su más tierna infancia, desde que están en la cuna. Los beneficios no tienen precio: aumenta la capacidad lingüística del pequeño, comienza a distinguir letras, aumenta su conciencia fonológica, tiene mayor desarrollo del lenguaje oral, consigue un vocabulario mayor y más rico… Pero, sobre todo, padres e hijos disfrutan de momentos inolvidables mientras se refuerza su vínculo.

Leer en voz alta en grupo transforma un ejercicio intelectual en una experiencia social. Cuando leemos (sin las presiones del estudio, la memorización, etc.) activamos tres funciones básicas: nos comunicamos, nos entretenemos y aprendemos.

La «comunicación» en familia mediante la lectura es excelente para reforzar el vínculo afectivo. Se trata de un estar juntos, una forma de relacionarse, de compartir. Durante la infancia esto es lo primordial, y una buena forma de trabajar la autoestima del menor.

El «entretenimiento» es la segunda gran función de la lectura en la infancia. Contarse historias alimenta la inteligencia simbólica, permite elaborar y compartir mundos mentales, activa la dimensión más lúdica, intuitiva y creadora de la inteligencia.

Y el «aprendizaje» porque desarrollamos competencias cognitivas relacionadas con el lenguaje, que es el vehículo de transmisión de la lectura. Así trabajamos la escucha, la memoria operativa, la expresión verbal, la lectura y, por lo tanto, la familiarización con el lenguaje escrito…

Es evidente que un hábito de lectura en familia desde la primera infancia favorece la formación y el desarrollo social, cognitivo y emocional del menor. Y puede ser un puente hacia el éxito académico y prevenir el fracaso escolar».