Los estudios demuestran que los niños que participan en actividades extraescolares tienen un desarrollo psicológico y psiquiátrico más saludable que los que no realizan estas actividades; fundamentalmente, tienen un nivel de autoestima superior y menor riesgo de padecer depresión.
Según las estadísticas, aproximadamente el 70% de los niños y adolescentes escolarizados participan en, al menos, una actividad extraescolar. Pero ¿existe evidencia científica que avale los beneficios psicológicos de ésta participación en las actividades sociales y culturales?
Parece que la participación en los equipos deportivos se asocia a comportamientos saludables, como una dieta equilibrada, mayor dedicación al ejercicio físico, menor consumo de drogas y otras sustancias. Además, los estudios han demostrado que los niños que participan en actividades extraescolares tienen un desarrollo psicológico y psiquiátrico más saludable que aquellos niños que no realizan estas actividades; fundamentalmente, tienen un nivel de autoestima superior y un riesgo notablemente inferior de padecer depresión. Los datos publicados demuestran la necesidad de fomentar la práctica de deportes y otras actividades extraescolares para el adecuado desarrollo infantil.
Es importante escoger aquella actividad más adecuada a nuestro hijo y no utilizarla como forma de alargar el horario escolar o de guardería, pues las excesivas jornadas, así como ocupar todo el horario de los niños a lo largo de la semana pueden llegar a ser perjudicial para ellos; por lo tanto, debemos dejar tiempo de juego y libertad.
El concepto de ‘social convoy’, acuñado en 1980, describe la red de familiares, amigos y grupos que forman parte del entorno de cada persona y que contribuyen a la formación del adolescente.
Para los niños y adolescentes, los padres y los amigos constituyen la parte más importante, y determinan en gran parte las características psicológicas y la personalidad del adolescente. Por eso, numerosos investigadores han estudiado la importancia de los clubes sociales y comunitarios en el desarrollo de la personalidad durante la infancia.
Desde el punto de vista social y de desarrollo evolutivo, la participación en este tipo de actividades es fundamental en el proceso de socialización. Pertenecer a cualquiera de los grupos sociales facilita la adquisición de amigos, mejora las relaciones entre los compañeros y familia, favorece la tolerancia y la aceptación de otros puntos de vista.
Además, la organización de diversas actividades permite al adolescente la adquisición de valores importantes como competitividad, cooperación, respeto por los demás y otras reglas básicas de comportamiento. Generalmente, estos grupos están coordinados por adultos que supervisan y guían la adecuada formación del adolescente.
Por:
Luna Lola, Profesora/Directora
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