Si bien es cierto que se deben incrementar las calorías para suplir los nuevos requerimientos, nunca la embarazada debe llevarse del consejo muy difundido en nuestras culturas latinas de “comer por dos”, es un error que afecta al feto y a la madre.
En general el aumento de calorías es de unas 150 a 300 calorías diarias en los primeros meses y al final se eleva de 300 a 500 calorías por día. Se aumentan por razones obvias, crecimiento del feto, desarrollo de la placenta, aumento de tejidos maternos, desplazamiento de la madre con un peso mayor. Para aclarar a lo que nos referimos, 300 calorías es igual a un yogur + ½ taza de cereal + una manzana pequeña.
Hay una gran cantidad de embarazadas que aprovechan la época de embarazo para dar rienda suelta a sus apetencias sin pensar mucho si son alimentos calóricos, si tienen nutrientes, solo piensan en saciar sus antojos, los cuales se pueden satisfacer con cierta moderación y siempre y cuando esto no interfiera en el buen desenvolvimiento del embarazo.
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Tampoco en esta situación es momento de hacer dietas restrictivas para bajar de peso; esto acarrea grandes complicaciones al feto. Debemos tener pendiente que la cantidad de nutrientes no sea insuficiente, pues el organismo hace una serie de ajustes para brindarle al feto lo que necesita, provocando cambios en el medio interno de la embarazada, que dará como resultado Cetonuria, lo cual puede resultar toxico para el feto. Esto se da muchas veces en embarazadas que hacen dietas restrictivas para no subir de peso.
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Por otro lado, si la madre tiene sobrepeso, es aconsejable que sepa elegir los alimentos que ingerirá, con la ayuda de su ginecoobstetra y su Nutricionista podrá fácilmente pasar por esta etapa sin agregar libras que pueden quedar luego de dar a luz.
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