Sobre los dos o tres años, lo que antes se denominaba “un niño llorón”, es decir, un niño que sin causa justificada lloraba con mucha facilidad, hoy se sabe que probablemente es un niño demasiado sensible o hipersensible.
Es probable que estos niños todavía no hayan aprendido a canalizar bien sus frustraciones y tú puedes ayudarle a superarlo. Son niños que:
-Lloran si alguien grita repentinamente a su lado aunque no se esté dirigiendo a ellos.
-Se impresionan fácilmente.
-No se adaptan a cambios de vivienda, ya sea en vacaciones o en casa de alguien un fin de semana.
-Sufren ante cualquier cambio en la rutina diaria.
-Cuando lo corriges en algo, se entristecen exageradamente, se tapan la cara o bajan la cabeza.
Son varias las pautas que recomiendan los especialistas para manejar la hipersensibilidad y todas tienen un nexo común: debes tener mucha paciencia y demostrarle tu cariño constantemente.
*Controla tu tono de voz, por muy enfada que estés.
*Cuando rompa a llorar ante un regaño, a pesar de que te estés controlando, déjale que se desahogue. Necesita exteriorizar su frustración.
*No cedas por mucho que llore. Aunque lo comience a hacer por exceso de sensibilidad, si un día descubre que gracias a sus lágrimas consigue lo que quiere, lo hará siempre y por todo, le afecte o no en su interior.
*No le ahorres frustraciones típicas de su edad. Es normal que los niños tengan que soportar cuarenta indicaciones al día de lo que deben y no deben hacer, pero esto es parte de su educación social y emocional.
Si después de leer esto crees que tu hijo es uno de estos niños, no te preocupes. Ponte manos a la obra y verás como poco a poco va superándolo.