Desde el nacimiento del niño o niña, los adultos adaptan distintas rutinas para su alimentación, aseo y descanso. En la medida en la que se van estimulando distintas áreas para su desarrollo estas rutinas van siendo cada vez más intensas, las cuales se van adaptando al avance que va teniendo el niño o niña.
La rutina comienza a convertirse en la guía por la cual estos van a dirigir su comportamiento. Cuando comienzan a caminar o a gatear se les va orientando por los lugares a los que no puede entrar o las cosas a las que no les pueden poner la mano. Cada vez van siendo menos objetos a los cuales el o la menor tienen acceso, por ende mayor la cantidad de límites que se van estableciendo.
Cada familia tendrá sus propias reglas, los padres necesitan tener un espacio donde consulten lo que es importante para uno u otro, las reglas que entienden se deben determinar y por donde van a orientar su comportamiento. Muchas veces ocurre que por la ausencia de este momento de negociación los padres comienzan a dar palos a ciegas y reaccionando ante las conductas que entienden son negativas llegando el momento en el que los hijos e hijas no saben ni comprenden el rol que les corresponde asumir.
A través de los límites los niños y niñas aprenden a relacionarse con sus iguales y a respetar a la autoridad; comienzan a entender que las conductas emitidas van a representar una consecuencia y por ende es conveniente ceñirse a las reglas establecidas por sus padres, cuidadores, maestros y maestras. Un niño o niña sin límites puede asumir el rol de autoridad desafiando constantemente a la misma, se puede considerar como un pequeño emperador al que se le ha dado todo el poder; luego de haberlo otorgado, para los padres es bastante difícil asumir nuevamente el rol de autoridad.
Los límites establecidos durante la infancia son los que se negociarán durante la adolescencia, si los padres se desprenden de todas sus monedas durante la infancia a la hora de querer negociar en la etapa de la adolescencia no tendrán ningún tipo de autoridad y será muy difícil poder influir de alguna manera en los hijos. En muchos casos, padres que no establecen los límites dentro de la casa esperan que los hijos e hijas les escuchen cuando salen de paseo o a cenar; utilizado entonces la violencia y la imposición para controlar de manera inmediata a la o el menor que hacen caso omiso a lo que se les pide.
Es importante saber que:
-Los hijos e hijas que están conscientes de cuál es su rol se sienten más seguros de sí mismos y se les hace más fácil adaptarse al sistema educativo.
-Se necesita ser constantes y coherentes con los límites establecidos.
-Las reglas necesitan ser claras y precisas. Sobretodo aptas para la edad mental del niño o niña.
-Utilizar el maltrato nunca será conveniente para evitar que se emita una conducta indeseada; puede producir reacciones inmediatas, sin embargo la reacción por parte del o la menor será inconsistente y efímera generando mayor agresividad y mal manejo de la misma.
– Los padres, cuidadores y educadores necesitan ser pacientes y determinantes a la hora de poner los límites.
Por: Bianca Melo Ballast. Psicóloga Clínica. Terapeuta Individual y familiar. Especialista en Violencia Intrafamiliar