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La tarea principal de los padres es acompañar el desarrollo de sus hijos. Este acompañamiento supone la escucha total a las necesidades de los niños, especialmente en sus primeros años de vida.


El tipo de escucha a la que nos referimos es la de tipo tónico-emocional, concerniente a la disposición, actitud y postura corporal que logran decodificar física y emocionalmente las necesidades básicas del infante: sueño, hambre, cambio de pañal o la necesidad de ser cargado y acariciado.

Cuando los padres, y especialmente, la madre, se acoplan al ritmo del bebé, éste se siente comprendido, aceptado, escuchado, es decir, AMADO. Esta sensación, en un ser que depende de otros para su total subsistencia, permite desarrollar las bases para confianza en los demás, vínculo primordial para el desarrollo de una autoestima sana.

Obteniendo la nutrición física y emocional de parte de sus padres, el bebé integra la imagen de sus progenitores y luego, puede tolerar más fácilmente las separaciones y frustraciones de la vida diaria.

La cotidianeidad implica separaciones tempranas con el bebé. Es preciso que la madre sea el hilo conductor de los momentos de intercambio como el despertarse, la alimentación, el baño y el dormir. De esta manera, tanto el bebé como la madre superan sus ansiedades del día y logran reencontrarse. Después del trabajo, lo ideal no es pensar en las separaciones, sino en el reencuentro que ofrece tranquilidad, seguridad y amor a tu bebé.

Por: Patricia Flores
Psicóloga Clínica, Danza Movimiento Terapeuta