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“Es tan chiquitito que me da pena obligarlo a dormir por las noches” le comenta a una amiga, la madre del pequeño Matías de 5 meses de edad. La magnitud de este error tan común en los padres empieza a medirse cuando, pasado el tiempo, se nos hace imposible que los niños duerman en las horas en las que el resto de la familia descansa.

La falta de disciplina de los padres, que no tienen la constancia ó la determinación para ayudar a los bebés a conciliar el sueño durante la noche, puede traerle al niño consecuencia negativas que afecten su desarrollo emocional y físico.

Para aclararnos más, la psicóloga Kedmay Klinger explica: “Todo vínculo, hábito o manía a la que acostumbres al niño a la hora de dormir, serán reclamados cada vez que necesite conciliar el sueño, costumbres, que al pasar de los años cada vez van a ser más difíciles de modificar o eliminar”.

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Operación almohada: ¿Cómo lograrlo?

De acuerdo a Klinger, para ayudarlos a conciliar el sueño nocturno y prolongado, debes estructurar su día, establecer horarios fijos para las comidas, juegos, baños, paseos y descansos. Si respetas la rutina, lograrás resultados antes de lo que te imaginas.

Piensa en la hora de dormir como un momento de tranquilidad para disfrutar juntos, no como la temida hora de la separación. Tu actitud fomentará una actitud más positiva en tu niño.

Una buena estrategia es bajar la velocidad del hogar. Apaga la TV, habla en voz baja y cambia la luz de la habitación por una más tenue a partir de cierta hora. Tu bebé captará el mensaje.

Haz todo siempre en el mismo orden: Primero el baño y a cepillarse, a continuación la lectura de un cuento, un beso y… ¡a dormir! Con práctica, una rutina habitual ayudará al niño a dormirse por sí solo.

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