Criar es una labor hermosa pero a la vez agotadora, pues es un rol del cual no se toman vacaciones y el cual se desempeña sin importar que tan saludable o de ánimo estés. No distingue si estás atravesando un divorcio, una crisis financiera o asumiendo la nueva gerencia que tanto soñaste. Los hijos no esperan y el acompañarlos es una constante que no debe ir condicionado a ninguna circunstancia más allá de simplemente “soy” tu padre/madre.
Para mí, como madre de dos adolescentes mi reto más grande ha sido ser coherente con lo que digo que quiero lograr de mis hijos, a lo que hago y les modelo. Recuerdo que cuando mi Diego, que ya tiene 15 años, apenas decía unas pocas palabras un buen día cuando escuchó la bocina de un vehículo dijo una grosería. Aquello parecía increíble. Diego escuchaba una bocina y automáticamente decía la palabrota. Yo estaba realmente alarmada y me cuestioné de donde la había escuchado. Sin tener mucho que hurgar me cuestioné a mí misma y descubrí que esta grosería yo misma la decía cuando manejaba y los motoritas se me atravesaban. Hice la prueba una y otra vez. Bip Bip y Diego decía co&%$# Algo que en el momento pareció súper chistoso me confrontó como madre y me hizo entender el impacto que yo tenía en quien en ese entonces era mi único hijo. Todo cuanto hacemos y decimos es bueno y válido para nuestros hijos sin distinción alguna. REALMENTE PODEROSO.
Sin dudas, la mayoría de los padres queremos que nuestros hijos nos superen cual alumno al maestro. Pero para que esto sea posible creo fielmente que el padre/la madre debe ejercer un liderazgo sano y adecuado que mueva a sus hijos en los caminos que le permitan potencializar sus habilidades y dones. Muchos padres confunden liderazgo con imposición, con autoritarismo y esto es un error. Un padre que asume la crianza con consciencia y con el deseo y el compromiso de ser un buen líder de sus hijos siempre tendrá presente la gran responsabilidad que tiene de ser el referente de sus hijos a la hora de ellos andar en la vida. El padre que modela no es el que obliga ni crítica cuando el hijo hace algo distinto, sino es el padre que con sus acciones inspira a sus hijos a imitarlo o superarlo. Educar con el ejemplo incluye ser bondadosos con nosotros mismo, ser receptivo y flexible cuando las cosas no salen como lo espero. Al educar, cada padre y madre debe detenerse muchas veces en ese proceso de acompañamiento a los hijos y poner de un lado el afán de que “mi hijo aprenda cosas importantes del mundo” y debe invertir mucho tiempo hasta consagrarse al enseñarles cosas tan vitales como son: la gestión adecuada de las emociones, su identidad familiar, como se vive una sexualidad sana, como relacionarse armoniosamente consigo mismo, con los demás y el planeta.
Si hoy entiendes que no estás impactando a tu hijo muy positivamente, pregúntate ¿Qué tipo de padre quiero ser? ¿Quién elijo ser a partir de hoy? ¿Qué necesito transformar para ser quien elijo ser? ¿Vuales son esos malos hábitos que no me permiten ser el mejor referente para mi hijo? Recuerda que educar con el ejemplo es compromiso, es reaprender, es acompañar, es soltar creencias limitantes, es ser transparente, honesto, coherente y perseverante. ¡Animo, que el mejor líder que tu hijo puede tener esta dentro de ti!
Por Claudia Simó
ACC Coach de Padres, Vida y Familia
Directora de alas Formación & Apoyo
Conferencista Internacional
Twitter: @ClaudiaSimoV
Facebook: Claudia Simo
Instagram: @ClaudiaSimo_V
Web claudiasimo.com
Artículos relacionados:
¿Cuál es tu estilo de crianza?