La aparición de una enfermedad crónica o el surgimiento de una discapacidad en uno de los hijos produce un gran impacto en la familia que muchas veces es difícil de superar.
Cada día paciente con patologías crónicas logran prolongar su sobrevida o recuperar su salud gracias a la evolución de la ciencia y la tecnología, lo que añade esperanzas, y a la vez genera mucha incertidumbre.
No obstante a estos adelantos, el recibir el diagnóstico de una enfermedad crónica o discapacitante en un hijo es un golpe devastador para los padres, hermanos y el resto de la familia que provoca una verdadera crisis en seno familiar, se interrumpe la vida cotidiana, los padres deben ausentarse del trabajo para poder estar con su hijo.
El hijo enfermo (el paciente) se convierte en el foco principal del tiempo y la atención de la familia, mientras que las demás preocupaciones familiares quedan en un segundo plano.
Durante los primeros días y semana luego del diagnóstico, los padres describen sentirse como en un “una montaña rusa emocional” o simplemente estar viviendo en un sueño desagradable. Estos sentimientos son comunes a todos los padres, no obstante la manera en que manejan estas emociones serán particulares, tomando en cuenta sus propias experiencias de vida, su nivel cultural, educativo, y espiritual así como la manera en que reaccionan ante una situación estresante.
Por: Josefina Luna / Pediatra/ Directora del Centro de Pediatría Integral.