¡Él habla mucho, pero dice poco! Esa frase la escuchamos cada vez más en el ámbito empresarial, frase que la usábamos más para los políticos y sus interminables discursos. ¿Será que copiamos cada día más de los políticos? En un mundo que cada día nos quejamos más de la supuesta brevedad del tiempo, es un costoso lujo desperdiciar palabras.
Los discursos son una cosa, pero las oraciones y párrafos concretos son otra. Necesitamos decir algo, entonces tenemos que estructurar bien nuestras frases para que el mensaje llegue, contrario a los discursos largos, en los que la intención es esparcir una gran cantidad de bellas palabras para que los oyentes queden maravillados del verbo. Lamentablemente en esos discursos se termina no comunicando nada.
Pasemos a lo que nos interesa, la forma de decir las cosas de una manera más efectiva.
- Lo primero que les digo a los asistentes a mis talleres de retórica, es que necesitan tener un objetivo. La manera de encontrarlo es muy sencilla, sólo piense en qué quiere lograr. Definiendo el objetivo sabrá qué persigue y podrá comunicar lo que quiere.
- Luego, debe saber con quien habla… Hay personas que les gusta un abordaje directo, y otras que prefieren los adornos en la comunicación, pero lo principal es siempre hablar con la persona correcta. Si usted trata el tema con alguien que no es quien toma la decisión, entonces podrá estar gastando municiones.
- Al iniciar la conversación es necesario llamar la atención del interlocutor, necesitará saber qué lo puede mover a estar atento a su exposición. Lo que siempre recomiendo es que piense que lo que hace es una venta, es una negociación. Para alguien comprar algo y quedar feliz, ese algo debe cubrir alguna necesidad. Entonces, inicie explicando porqué sería bueno que le escuchara.
- Lo mejor para dar una descripción de lo que quiere decir, es describir el tema como si fuese una pintura. Necesitamos que el interlocutor entienda y que quede con la idea clara, una descripción, sin más detalles de los necesarios, será de gran ayuda para que nuestra presentación sea escuchada con atención y quede en la mente de los demás.
A continuación haré un párrafo que puede servir de referencia. Pensemos en alguien que pedirá una promoción dentro de la empresa:
“Una empresa en expansión siempre piensa en crear nuevos líderes para conseguir los equipos más productivos… En los últimos años, me he preparado con esmero para poder progresar, en ese tiempo, le he rendido muchos frutos a la empresa logrando los objetivos en proyectos como… Para que la empresa progrese aún más y logre la cima como un halcón en vuelo, me gustaría colaborar en el futuro desde el puesto… que hoy está libre. Le prometo que conseguiremos los mayores beneficios que nos podamos plantear”.
Esto es un simple ejemplo de cómo en escasos 45 segundos usted puede armar un discurso que tiene un inicio de motivación para el jefe, plantea el tema, expresa el porqué, dice lo que se quiere y finaliza explicando por qué se cubriría la necesidad, que será el beneficio para la empresa. En mi libro Mi Binomio trabajo el tema de la Comunicación Asertiva por extenso, y en Ventas, Oratoria y Lenguaje del cuerpo encuentra todo sobre alocuciones.
Recuerde que decirle al jefe que no tiene suficiente dinero para sus gastos, o que tiene mucho tiempo en la empresa, no cubrirá la necesidad de un líder productivo que tiene la institución.
Naturalmente que esto no le garantiza que recibirá el puesto, pero de seguro estará menos lejos que con una charla vacilante de media hora sin decir qué quiere, ni cómo piensa lograrlo. Es la razón por la cual los enamorados no llegan a sus pretendidas.
Frase de la semana
“Pienso más en cómo decirlo, que en qué decir”.
Diego A. Sosa
Consultor, Coach, Conferencista y Escritor