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Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Eclesiastés 3:1

“Disfruten ahora, que cuando nazcan los hijos todo cambia. Escucho esa expresión una y otra vez; que más que un consejo, es como si fuera una sentencia. Creo particularmente que el tema aquí no son los hijos, y que es más bien una excusa para no asumir el rol y compromiso que como hombre o mujer debemos tener con nuestras parejas. Solo basta con echar una mirada a matrimonios en los cuales el tiempo de calidad entre ellos es robado por la empresa, un empleo, amigos o algún tipo de entretenimiento. Estamos hablando de que cada matrimonio debe asumir el compromiso de una correcta administración de su tiempo, donde el orden de prioridades debe ser establecido. Y como en ocasiones anteriores he señalado, para que las cosas funcionen correctamente, deben realizarse según el diseño original, el cual nos indica que nuestra pareja es prioridad antes que nuestros hijos. Cuando digo esto, algunas personas saltan literalmente de la silla para decirme sus argumentos y pretender derribar mi posición, a lo cual siempre les pregunto: ¿quieres hijos funcionales? ¿Sanos emocionalmente? Sus respuestas obvias me llevan a mostrarles que la única forma es modelándoles un matrimonio sano, donde ellos puedan ver un amor y entrega práctico entre sus padres. Recientemente mientras conversaba con un amigo, me refirió una expresión de su padre; un hombre próspero, de raíces en el campo: “Las huellas de las botas del dueño, son el mejor abono para una finca», en pocas palabras entendí que un matrimonio sano y exitoso necesita el compromiso y tiempo de sus actores.

Javier Valdez
Pastor y Consejero familiar
fjvaldez@hotmail.com