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Retomamos nuestro Curso de Maternidad y Paternidad, y continuamos explicando de forma concreta algunos errores que los padres, posiblemente con la mejor intención del mundo, cometemos en la educación de nuestros hijos. Y volvemos también con ejemplos de frases que no hay que decir, en este caso esa típica de: “Deberías aprender de tu hermano”.

Cuando los padres dicen esta frase o alguna de las parecidas como “Fíjate lo bien que se porta tu hermano” o “Tu hermano no me da tantos disgustos como haces tú”, los padres están posiblemente desbordados por algún comportamiento de su hijo y tratan de ofrecer un modelo válido mostrando lo que hace el hermano que si nos complace.

Pero, contando con que la intención sea buena y no exista cierto deseo de revancha o chantaje al niño (cosa que también se produce porque los padres no somos perfectos) el error es muy grande.

Celos y rencor

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Cuando se ofrece al hermano como modelo y se usa además al hermano “bueno” para zaherir al otro lo que se está haciendo, en realidad, es alimentar el rencor y los celos en el reconvenido.

Ponemos un muro entre los hermanos, haciendo que uno se sienta orgulloso y además, sancionado para él también, por su parte, atacar verbalmente al hermano y decirle que es peor que él.

Hacemos algo que no queremos que los niños hagan

Si nosotros lo hacemos no tenemos argumento ni peso moral para luego impedir que uno al otro se traten así, por tanto, mucho cuidado con esto, porque no podemos exigir a los niños que hagan cosas que nosotros no hacemos ni vale lo de “es que somos los padres y tenemos que educar”.

Educar no es decir lo que hay que hacer ni castigar si se hace algo malo, educar realmente es dar ejemplo, guía y contención. Si fracasamos en el ejemplo nada de lo que luego digamos tendrá credibilidad.

Le enseñamos que el otro es mejor

Además, con la frase de “aprende de tu hermano“, dañamos al niño, no le enseñamos nada, es como si echáramos sal en la herida y le señaláramos que, no solo no es lo suficientemente bueno para nosotros, sino que preferimos al otro.

Mala elección de lección para un niño que, aunque se comporte mal, nos ama y desea que lo aceptemos y ayudemos a mejorar. Evitemos, por tanto, las odiosas comparaciones, sobre todo con los hermanos, pero igualmente con primos, amigos o compañeros de clase. Cada niño merece ser único y ser ayudado como ser individual.

Un mensaje cerrado

El mensaje implícito en la frase “aprende de tu hermano” es, aunque nos cueste admitirlo, que el otro lo hace mejor y, en la mente del niño, se puede traducir simplemente en que el tema está cerrado, él es peor que su hermano.

Si la frase se repite habitualmente descubrirá y el niño llegará a creer que no merece la pena, en realidad, esforzarse, siempre será aventajado en buenas cualidades y siempre saldrá perdiendo en el reparto del amor y el respeto de sus padres. Siempre es el peor, siempre será el peor. No puede mejorar en realidad, pues, aunque lo intenta, la frase de “aprende de tu hermano” aparece continuamente.

No es un buen recurso de comunicación con los niños y es peor cuanto más habitualmente se utilice.

Recordar si nos los decían a nosotros

Los invito a repasar el tema en el que analizamos recursos para mejorar la comunicación con nuestros hijos y, si detectas que tiendes a usar esa frase (posiblemente porque nuestros padres la usaron antes) te paras a pensar que efecto tenía en nosotros, tanto si eras el hermano ejemplo o el hermano “malo”.

¿Te gustaba oírla? Apuesto a que no. ¿Te ayudaba a mejorar? Seguro que no. ¿Te hacía admirar a nuestro hermano o alimentaba el rechazo y el sentimiento de superioridad o inferioridad? No creo que nadie sintiera más amor y cercanía hacia su hermano si los padres los comparaban continuamente. ¿Verdad que no?

Mucha de la rivalidad y los enfrentamientos entre los hermanos no nacen espontáneamente, ni los niños son crueles por naturaleza, somos los adultos los que los hacemos de esa forma por nuestros errores al comunicarnos con ellos y que entorpecen que los hermanos se quieran sin dañarse. Seguro que puedes contarnos cosas sobre nuestra infancia a este respecto.

Un mensaje abierto

Por supuesto hay alternativas a la frase de “aprende de tu hermano” y son las que incluirán mensajes abiertos, de ánimo y confianza, y sobre todo, individuales y sin comparaciones. Expliquemos a los niños como pueden mejorar, pero no los machaquemos por sus fallos ni los comparemos, disminuyéndolos o humillándolos, con otros, y mucho menos con sus propios hermanos.

Fuente: http://www.bebesymas.com