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Cuando tu hijo rompe las reglas en tu casa, ¿se gana un castigo, o asume las consecuencias? Hay una gran diferencia.

Los castigos necesitan imponerse. Son punitivos. Castigar es exigir recompensa y tomar represalias por la falta cometida. Si tú castigas, causas sufrimiento a tu hijo (y sentimientos de culpa a ti mismo).

En cambio, las consecuencias de una falta a las reglas son los resultados naturales de haber ignorado los acuerdos de la casa. Usar el concepto de «consecuencias» pone la responsabilidad sobre tu hijo: él ha decidido romper el trato común, y él ha escogido sus propias consecuencias.

Las consecuencias tienen como objetivo cambiar la conducta para que la falta no se repita. Por eso, es importante observar los siguientes principios:

Primero, asegúrate que las reglas, y el espíritu de las reglas de tu familia se compartan y se entiendan entre todos. Por ejemplo, si la regla es «no mentir nunca», entonces todos los miembros de la familia tienen la costumbre de decir la verdad.

Las consecuencias deben ser relacionadas con la falta. No tiene ningún caso quitarle a tu hijo su entrenamiento de soccer por no haber hecho la tarea de matemáticas.

Las consecuencias se ajustan al tamaño de la falta. No es lo mismo ensuciar la ropa que faltarle el respeto a tu mamá, ya que uno puede ser por descuido y el otro es un desafío deliberado.

No apliques consecuencias drásticas por faltas pequeñas. Tampoco tomes faltas graves a la ligera. El tamaño de la consecuencia es un mensaje sobre la importancia de un cambio de conducta.

Las consecuencias son inmediatas. En una familia no hay nada peor que guardar el desenlace de una falta para una «sorpresa» futura. En el momento en que se presenta la falta, se aplican las consecuencias.

Las consecuencias son finales. Una vez que tu hijo asuma las consecuencias acordadas, ya se olvida la falta. Borrón y cuenta nueva.

Las consecuencias son inmediatas. En una familia no hay nada peor que guardar el desenlace de una falta para una «sorpresa» futura. En el momento en que se presenta la falta, se aplican las consecuencias. «Hoy pegaste a tu hermano: hoy no tienes permiso de jugar con tus amigos (tienes que arreglar la relación con la familia primero).»

Las consecuencias son objetivas. No dependen de ti, ni tu estado de ánimo. Puedes estar de buenas, o de malas, pero la regla existe, se rompió y las consecuencias se asumen.

Las consecuencias son educativas. Aprender a aceptar las consecuencias de sus actos es un proceso formativo que llevará a tu hijo a tomar decisiones responsables en el futuro.