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Hay títulos que con sólo leerlos nos colocan en una posición de alerta, pero éste en particular se parece bastante al aviso que es colocado en los envases que contienen las bebidas alcohólicas o aquellos productos que contienen nicotina; los cuales reconocemos el riesgo pero no evita que algunos se sientan atraídos a consumirlos.

Lo curioso de una relación tóxica es que siempre una o ambas partes de la misma resultan dañadas, pero que no encuentran la forma adecuada de salir de ella. En este tipo de relación se tiende a hacer sentir mal a la otra persona, afectando su estima y trayendo serias confusiones respecto a su identidad, puede llegar al punto a que esta sólo se sienta validada cuando está junto a la otra persona, aun ésta sólo quiere controlar. El creer que únicamente con esa persona habrá satisfacción, a pesar de los momentos de infelicidad, conduce a una co-dependencia que no es más que otra de las manifestaciones de este tipo de relación.

Quizás la pregunta que puedes estar haciéndote es, si es posible con los mismos actores una relación de este tipo, transformarse en una relación sana. Mi respuesta, como portador de un mensaje de esperanza y una vida cimentada en el Dios que lo imposible lo hace posible, es ¡SÍ! Pero no podemos quedarnos en un mensaje de fe sin estar acompañado de acción:

a) Debe manifestarse un arrepentimiento (no remordimiento) real, como resultado de una convicción de lo errado que se ha estado y un girar 180 grados en la vida.

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b) El perdón debe entrar a escena no como un sentimiento de pasar por alto la falta y que el mero recuerdo produzca el dolor como el hecho mismo.

c) Un serio compromiso de ambas partes de dejarse acompañar y guiar en un proceso de restauración.

Es impresionante como todo lo antes descrito son recursos ya provistos por nuestro Dios a través de las escrituras y la dulce y poderosa manifestación de su presencia en nuestras vidas.

Finalmente quiero decirte que el mejor de los escenarios es conocerse a uno mismo con una perspectiva correcta, conocer a la otra persona objetivamente antes de llevar la relación a un plano de mayor compromiso y siempre tener la convicción que ninguna persona tiene el poder real para completarnos y llevarnos a una plenitud de vida; sólo Dios. En el otro escenario, sí ya estás en una relación tóxica, no debes quedarte con los brazos cruzados; NO HACER NADA, YA ES UNA DECISIÓN. Como se dice en baloncesto… ¡La pelota está en tu cancha!

Javier Valdez 
Pastor y consejero familiar

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