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Las últimas investigaciones apuntan que la edad óptima para comenzar se sitúa en torno a los tres años. A esta edad el cerebro presenta una gran plasticidad y una capacidad idónea para utilizar las estructuras lingüísticas e imitar sonidos, ritmos y entonación. Además, los niños de esa edad se sienten motivados por todo lo referente a la comunicación y muestran enorme curiosidad. Hasta la edad de ocho años, aproximadamente, tienen más facilidad que los adultos.